Jueves 31 de enero
Evangelio según San Marcos, capítulo 4, versículos del 21 al 25
La luz sobre el candelero.
21 Les dijo también: "Acaso se trae la luz para ponerla debajo del celemín o debajo de la cama? ¿No es acaso para ponerla en el candelero? 22 Nada hay oculto que no haya de manifestarse, ni ha sido escondido sino para que sea sacado a luz. 23 Si alguien tiene oídos para oír, ¡oiga!" 24 Díjoles además: "Prestad atención a lo que oís: con la medida con que medís, se medirá para vosotros; y más todavía os será dado a vosotros los que oís; 25 porque a quien tiene se le dará, y a quien no tiene, aun lo que tiene le será quitado".
Comentario
22. Jesús insiste en que su predicación no tiene nada de secreto ni de esotérico. El grado de penetración de su luminosa doctrina depende del grado de atención que prestamos a sus palabras, como lo dice en el v. 24, en el cual promete a los que las oyen bien, una recompensa sobreabundante. Cf. Luc. 12, 1 ss.
24. Véase en Mateo 7, 2 y nota la explicación de este pasaje: " Porque el juicio que vosotros hacéis, se aplicará a vosotros, y la medida que usáis, se usará para vosotros.
Es la regla del Padre Nuestro. Importa mucho comprender que Cristo, al pagar por pura misericordia lo que no debía en justicia, hizo de la misericordia su ley fundamental y la condición indispensable para poder aprovechar del don gratuito que la Redención significa; esa Redención, sin la cual todos estamos irremisiblemente perdidos para siempre. Dedúcese de aquí, con carácter rigurosamente jurídico, una gravísima consecuencia, y es que Dios tratará sin misericordia a aquellos que se hayan creído con derecho a exigir del prójimo la estricta justicia. Bastará que el divino Juez les aplique la misma ley de justicia sin misericordia, para que todos queden condenados, ya que "nadie puede aparecer justo en su presencia". Véase la "regla de oro" y la Parábola del siervo deudor S. Marcos (4, 24) añade a este respecto una nueva prueba de la generosidad de Dios.
San Marcos añade aquí, en las palabras finales, un nuevo rasgo de esa divina misericordia que se excede siempre en darnos más de lo que merecemos. El Papa San Pío V condenó, entre los errores de Miguel Bayo, la proposición según la cual en el día del juicio las buenas obras de los justos, no recibirán mayor recompensa que la que merezcan según la mera justicia (Denz. 1014).
Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios