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Juan Pablo II proclama a los primeros beatos de Malta

LA VALLETTA, 9 May. 01 (ACI).- Ante una multitud de más de 200 mil personas, el Papa Juan Pablo II beatificó a don George Preca, Nazju (Ignazio) Falzon y Maria Adeodata Pisani, los tres primeros malteses en ser elevados a los altares.

Desde la Plaza San Publio de Malta, el recinto abierto más grande del país, el santo Padre recordó que el beato George Preca (1880-1962), "fue un pionero en el campo de la catequesis y en la promoción del papel de los laicos en el apostolado que el Concilio Vaticano II puso de relieve de modo especial".

Se refirió a su fundación, la Sociedad de la Doctrina Cristiana, que desde 1907 "continúa su obra de testimonio y de evangelización en estas islas y más allá". Recordó que este grupo tiene como fin preparar a los jóvenes para que puedan dar a su vez formación religiosa a los demás, y forman parte de ella hombres y mujeres".

En sus escritos, añadió el Santo Padre, "don George exhortaba a sus amigos cristianos a seguir el ejemplo del Señor crucificado, perdonando todas las ofensas. ¿No es este un mensaje de respeto recíproco y de perdón tan necesario hoy en Malta y en el mundo?".

Asimismo, habló del beato Nazju (Ignazio) Falzon (1813-1865), fundador de la Congregación del Rosario, conocida como "La Congregación", "tenía una pasión por la predicación del Evangelio y por la enseñanza de la fe católica. Renunció al éxito terreno para servir al bien espiritual de los demás, incluidos numerosos soldados y marineros británicos que se encontraban en Malta en aquel entonces".

"Sacaba fuerza e inspiración de la Eucaristía, de la oración frente al sagrario, de la devoción a María y al Rosario y de la imitación a San José. Estas son fuentes de gracia de las que pueden beber todos los cristianos", dijo el Pontífice.

Finalmente, se refirió a la beata Sor Maria Adeodata Pisani (1806-1855), de padre maltés y madre italiana, y recordó que a los 19 años se trasladó a vivir a Malta, donde "transcurrió la mayor parte de su vida como espléndido ejemplo de consagración religiosa benedictina en el Monasterio de San Pedro".

El Papa confió a Sor Adeodata los esfuerzos "por adaptar la vida religiosa a las circunstancias cambiantes de nuestra época y la vida de muchísimos religiosos y religiosas ha sacado beneficio" porque en estos intentos "es necesario un renovado aprecio de las motivaciones teológicas más profundas de esta forma especial de  consagración".

Al final de la Misa, el Santo Padre envió un saludo especial a los que no pudieron estar presentes en la beatificación, a las religiosas de las seis comunidades religiosas claustrales, a los ancianos y a los presos de la Prisión Corradino.

"Sé que tenían un gran deseo de recibir una visita del Papa, junto con sus parientes y amigos, en recuerdo de San Pablo, el Apóstol prisionero. Sin embargo, no ha sido posible. Os abrazo a todos espiritualmente e invoco sobre vosotros abundantes gracias divinas", señaló el Papa. 

El Pontífice también renovó su llamado por la paz en Tierra Santa. Refiriéndose a la noticia de la lapidación de dos jóvenes israelitas en Teokan, localidad situada entre

Belén y Hebrón, el Papa afirmó que "todavía seguimos recibiendo noticias dolorosas desde Tierra Santa, de violencia terrible incluso contra jóvenes inocentes; debemos intensificar nuestra oración por la paz en Tierra Santa".