«La familia, único lugar donde el amor se toma en serio»
En una entrevista concedida al diario español ABC,el Presidente del Pontificio Consejo para las Familias, Cardenal Alfonso López Trujillo, explica por qué éstas son la esperanza de la humanidad.
- Este II Encuentro Mundial con las Familias es el último gran acontecimiento pastoral antes del Gran Jubileo del 2000. ¿No es ya significativo que sea la familia la protagonista del último gran aldabonazo a las conciencias que promueve la Iglesia?
- Es cierto que es el último encuentro de tipo mundial que organiza la Iglesia antes del 2000 y ello prueba la intuición del Papa sobre la necesidad de destacar a las puertas del Tercer Milenio como la gran causa de la familia resulta decisiva. No hay nada de retórico cuando el Santo Padre dice que el futuro de la humanidad pasa por la familia. Si la familia es base de la sociedad, su célula primordial, su tejido fundamental, eso significa que no se concibe un mundo sin familia. Una familia unida, estable, capaz de educar, es decir, una familia fundada en el matrimonio. La Iglesia quiere destacar en este encuentro de Río cómo el matrimonio se convierte en un bien indispensable para los padres y los hijos, para la entera sociedad. Si el matrimonio falla, la familia se desarticula, con lo que la sociedad pierde su célula fundamental, y enferma.Sería como hacerse un harakiri histórico. Esto vale también para la Iglesia: decididamente, la misma Iglesia se rompería en añicos, pues no habría transmisión familiar de la fe.
- ¿Cuáles serían hoy para la Iglesia las principales amenazas para la familia?
-La gran preocupación de la Iglesia es que la sociedad olvida que la familia fundada sobre el matrimonio es un bien indispensable. Todo lo que lleve a olvidar o menospreciar a la familia en el campo legislativo, o todavía peor, lo que entorpezca a la familia en su papel de formación de los hijos, de «humanización» de las futuras generaciones, por así decirlo. Hablo de la familia entorpecida en el campo de la educación y de la familia que no recibe el suficiente apoyo económico. Hablo de la familia obstaculizada de forma sistemática por la introducción del aborto y del divorcio.
- El encuentro del Papa con las familias destaca la visión de la familia como foco de humanización, de transmisión de valores. ¿Reside en ese papel su condición como «esperanza de la humanidad», como subraya el lema del encuentro?
- Sólo la familia hace crecer a los hijos en humanidad, los introduce en la madurez. La familia es indispensable para la formación de los hijos, sobre todo en los primeros años, pero también en la juventud. Nadie puede reemplazar ese equilibrio que da la educación que viene del padre y la madre para conformar la personalidad. Este es un valor insustituible, una riqueza que hay que preservar a toda costa. Las familias que no educan o los Estados que pretenden sustituirlas en esta función, están empobreciendo la sociedad.
- El reconocimiento de las parejas de hecho, al que están asistiendo algunos de nuestros países, representa para algunos una conquista social, como se dijo en su momento del aborto o del divorcio. ¿Cuál es la postura de la Iglesia ante este reconocimiento legal de las uniones libres?
- Es una nueva y terrible derrota de la sociedad, como lo son también el aborto y el divorcio. Aceptar legalmente cualquier tipo de unión libre es ya un atentado contra la misma sociedad. No vale lo mismo un matrimonio delante de Dios que delante de los hombres, en donde en última instancia el amor no se toma en serio. Chesterton tiene una expresión fabulosa:«La familia es el único lugar en donde el amor se toma en serio». Es un riesgo para el hombre y la mujer el que la promesa de un amor estable y eterno pierda contenido. El amor pierde entonces su grandeza. Por esto el divorcio es una derrota que se hace pasar por conquista. Es una "conquista" contra el hombre, contra su dignidad, sobre todo la de la mujer y la de los hijos. Lo mismo que hacen pasar el aborto como un derecho, cuando es un crimen. Ya decía San Cipriano que en las persecuciones lo que las personas corrientes perpetran como crimen se llaman crímenes, pero si los perpetra el Estado se llaman virtudes.
- Hoy se habla objetivamente de los altos costes sociales del no reconocimiento debido a la institución familiar. ¿Cuáles son estos costes?
- Son numerosísimos los estudios sobre el impacto inclemente de la ausencia de la familia en la niñez y en la juventud. En Estados Unidos, por ejemplo, hay informes que establecen claramente la relación entre el crimen en la edad adolescente y la disgregación de la familia. Según Louis Sullivan, ex secretario del Departamento de Salud, más del setenta por ciento de los jóvenes varones que se encuentran en las cárceles norteamericanas provienen de familias en las cuales faltaba el padre. Por no hablar del deterioro económico a que conduce el fenómeno del divorcio. En los Estados Unidos, un diez por ciento de niños blancos y un catorce por ciento de niños negros cayeron en 1995 en la pobreza al año siguiente del divorcio de los padres. Además el cuarenta por ciento de las familias con hijos menores de 18 años, bajo responsabilidad de una mujer divorciada, son pobres en ese país.