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Bienvenida a Su Santidad Juan Pablo II al  Encuentro de las Generaciones

Santidad:

Nuestra América, continente rico en culturas, paisajes y talentos humanos, agradece al Padre, principio y origen de todo bien, el papel excepcional que le ha asignado a nuestros pueblos americanos, distinguiéndolos con la presencia siempre viva de Santa María de Guadalupe, quien desde su aparición en el Tepeyac hizo posible que la obra misionera fructificara en la evangelización, forjando la matriz cultural cristiana de estas tierras.

Las semillas del Verbo siempre estuvieron presentes en los moradores de esta nuestra América y en su búsqueda del Dios único y Verdadero han dejado vestigios extraordinarios a través de la poesía, códices y monumentos. Estas semillas siguen vivas y fructíferas en muchas comunidades indígenas. Santísimo Padre, la providencia quiso hacer de América, tierra fértil para una vida religiosa, por esto, no se puede quedar en semillas, está llamada a alcanzar la estatura de Cristo, esta es la razón por la que recibe con gusto a los que son de Cristo y anhela ser alimentada con la misma vida de Cristo.

El mestizaje espiritual dio sus frutos y esos frutos nos distinguen y hacen posible el mestizaje sociocultural, colmado de múltiples expresiones abiertas a la generosidad, a la alegría, a la contemplación, al dolor y al heroísmo en la defensa de los valores más profundos del ser humano como la vida, la familia, la propia cultura, la religión y la patria.

Nuestro continente es fecundo en santos y héroes surgidos del anhelo por hacer presente el Reino de Dios en nuestro suelo. Aquí han brotado misioneros, religioso y laicos, hombres y mujeres, realizadores de obras sociales en todos los campos de la actividad humana, como la educación, la salud, las letras, la arquitectura, la pintura, el teatro, la economía, la política y el campo asistencial en sus más variadas formas.

Sin embargo, América vive inmersa en retos gigantescos e inéditos, vive amenazada por e pecado y la debilidad de siempre que toma nuevas formas. La globalidad, los avances de la biología y los maravillosos descubrimientos en el campo de la comunicación, por mencionar sólo algunos fenómenos, abren nuevas perspectivas a la Iglesia y a la humanidad y al mismo tiempo presentan cuestiones que deben resolverse humana y cristianamente. El avance de la pobreza, la injusticia institucionalizada, la corrupción en la vida social y política, la creciente desintegración de la familia, la manipulación de la vida, el surgimiento de un nuevo colonialismo, claman por una nueva evangelización, en donde Dios sea todo en todos, en donde el amor sea la base de las relaciones en los individuos y en los pueblos, en donde los hombres y mujeres concretos de nuestro continente sean el centro de la actividad humana y no las víctimas de los sistemas, de las legislaciones o de los avances científicos y técnicos.

Gracias, Padre Santo, por hacernos sentir, con su palabra y con su presencia, que Jesucristo es en verdad el centro del designio amoroso de Dios nuestro Padre en este continente.

+ Cardenal Norberto Rivera
Arzobispo Primado de México

25 de Enero de 1999