Por el Equipo Editorial de Empresa Responsable y de Crese.
Entre los principios origen de la Doctrina Social de la Iglesia está el de la propiedad privada, la que muchas veces ha sido cuestionada, desde el siglo XIX, y aún antes, por distintas razones, incluso basados en la misma historia de la Iglesia, ya que, conforme a los Hechos de los Apóstoles, hay una interpretación errónea de que las primeras comunidades cristianas tenían únicamente bienes en común, lo cual no es exacto, sino que, además de los bienes en común, "nadie llamaba suyos a sus bienes...nadie consideraba como algo propio lo que tenían...(Hechos de los Apóstoles, 4, 32)" (el subrayado es nuestro, por supuesto), lo que claramente indica que sí había propiedades que no se vendían, cumpliendo una función comunitaria, de solidaridad, tal como se debe entender la función social actualmente. Lo importante es este espíritu de solidaridad, no la abolición de la propiedad, así como de que por esa solidaridad no hubiere nadie a quien le faltase nada, tanto material como espiritualmente. Ese mismo espíritu es el que debemos buscar ahora y siempre.
Con la llegada del socialismo (Cfr, Rerum Novarum, 3) no tiende a mejorar la situación de los obreros, pues al abolir la propiedad privada transfiriéndola a un estado impersonal, ésto los priva de la libertad de decidir sobre los beneficios de su propio trabajo y de la esperanza de mejorar, ellos y sus familias.
Lo que todavía es más grave (Cfr, Rerum Novarum, 4 y 5) es la injusticia al quitar un derecho natural a la persona, que es el de poseer algo como propio, pues en la tierra sólo la persona es capaz de gobernarse con inteligencia y previsión, eligiendo las cosas que considere más convenientes, tanto para hoy como para su futuro, dentro de un marco de respeto a los derechos de los demás, por supuesto.
Dios creó la tierra para usufructo y disfrute de todo el género humano, pero no de manera indivisa, sino que dejó ¨la delimitación de las posesiones privadas a la industria de los individuos y a las instituciones de los pueblos...a pesar de que se halle repartida entre los particulares, no deja...de servir a la común utilidad de todos, ya que no hay mortal alguno que no se alimente con lo que los campos producen. Los que carecen de propiedad, lo suplen con el trabajo; de modo que cabe afirmar con verdad que el medio universal de procurarse la comida y el vestido está en el trabajo, el cual, rendido en el fundo propio o en un oficio mecánico, recibe, finalmente, como merced no otra cosa que los múltiples frutos de la tierra o algo que se cambia por ellos¨ (Rerum Novarum, 6).
Hay otro buen número de argumentos en defensa de la propiedad privada solidaria, desde la primera encíclica social de la Iglesia, la Rerum Novarum, del Papa León XIII, en la cual hemos basado este breve artículo, hasta la del Papa Benedicto XVI, Caritas in Veritate. Esos los iremos desarrollando en otras intervenciones.
Por último deseo destacar la gravedad del mandato divino de respetar las propiedades de los otros, conforme lo cita SS León XIII, en la Rerum Novarum, 8 : «No desearás la mujer de tu prójimo; ni la casa, ni el campo, ni la esclava, ni el buey, ni el asno, ni nada de lo que es suyo» (Deuteronomio 5, 21), o de otra manera, el mandato de «No hurtarás» (Éxodo 20, 15).
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