P. Ángel Luis Lorente (Consejero CRESE)
Nos disponemos a abordar un tema, cuanto menos polémico, y sobre todo muy cuestionado tanto en el ámbito personal como empresarial. La cuestión tributaria. Nuestro deber de pagar impuestos al Estado y el derecho consecuente de éste de aplicarlos en la consecución del Bien Común.
Vamos a ver, no en este artículo sino en una serie de ellos, el planteamiento de la eticidad de los impuestos, su fundamentación en el derecho y qué nos dice la Doctrina Social de la Iglesia al respecto.
El tema es interesante de por sí, -polémico como ya anunciaba- y de gran relevancia social por los continuos cuestionamientos que plantea:
a) Cuestionamiento descendente: al Gobierno y al Estado, tantas veces incapaz de aplicar una equitativa legislación tributaria (debido a la masificación de la informalidad empresarial y laboral) que lleva a muchos a preguntarse si es justo pagar impuestos y cumplir con una ley tributaria que sobrecarga a los pocos que buscan honradamente cumplir sus compromisos, en compensación de los muchos que evaden su observancia.
Cuestionamiento también que se extiende al deber de cumplir con una ley de por sí injusta, desde el momento en que se constata que los beneficios fiscales no redundan propiamente en el Bien Común, que son el fin para el que son imperados.
Estamos aquí en la consideración de la Justicia Distributiva.
b) Cuestionamiento también ascendente: a los ciudadanos, a las sociedades, corporaciones, pequeñas y medianas empresas, grandes Holdings, etc… que –en un afán egoísta de lucro incondicionado- no se sienten identificados con la llamada justicia legal y conmutativa, faltando así a sus deberes con la sociedad y el Estado, provocando en no pocos casos la quiebra del sistema social y político ante la imposibilidad del gobierno de turno de garantizar los servicios mínimos y potenciar un desarrollo armónico y equilibrado.
Como preámbulo necesario tendremos que ver, siquiera someramente, el tema de la Justicia (tanto la justicia distributiva, como la justicia legal y la justicia conmutativa) todas son premisas necesarias para entender bien la cuestión tributaria en su fundamento como derecho humano y virtud cristiana.
Buscaremos definir los concepto y determinar sus objetos. Analizar los derechos y deberes de la persona (natural y jurídica) como miembro y parte de la sociedad. Y ver sus exigencias éticas.
Finalmente, estaremos en condiciones de tener una visión adecuada y hacer un análisis profundo de la cuestión tributaria que nos lleve a la práctica justa en nuestras empresas. Al tiempo que contaremos con los elementos necesarios para emitir un juicio de valor y una crítica constructiva al Gobierno, al Estado y a la Sociedad.
En este sentido, nos ilustrará la misma historia: un repaso de las sociedades antiguas, el pueblo de Israel en el Antiguo Testamento, las acotaciones de los Evangelios y las Cartas Apostólicas, las enseñanzas de los Santos Padres de la Iglesia, la doctrina de los teólogos, las enseñanzas del Magisterio, … Todo ello nos llevará a entender bien la naturaleza misma de los “tributos”, juzgar su moralidad, y definirlos adecuadamente.
Como ven nos adentramos en un tema tan vasto que nos tomará varias semanas, me atrevo a augurar varios meses, para un análisis que espero de su interés. Sé que esta presentación es sólo enunciativa y que más que resolver alguna duda, habrá generado más incertidumbre en algunas conciencias. Sepan que no es mi intención esta última, y que si perseveran hasta el final tendrán respuestas a todo. Les adelanto que las primeras entregas serán un poco más áridas sin dejar de ser interesantes, pero fundamentales para poder emitir ese juicio ético que todos esperamos poder dar.
¿Debemos pagar impuestos? ¿En qué medida? ¿Es justo pagar lo que me impone el sistema? ¿podemos o debemos incumplir nuestros pagos? ¿es justa la ley tributaria?... Estas y muchas más preguntas tendrán respuestas seguras como pago a tu paciencia.
Sólo a modo de preámbulo de lo que viene, te dejo estas frases que sin duda generarán tu interés por saber más:
Jesús afirma: “dar al César lo que es del César…” pero también afirma que sólo deben pagar tributo los “extraños”, no los “hijos”. Jesús lo paga para “no escandalizarlos”. (Mt. 17,24-27).
San Pablo, en su carta a los romanos: “Pagad a todos los que debáis; a quien tributo, tributo; a quien aduana, aduana…” (Rom.13,6-7)
La injusticia del sistema tributario, parece deducirse de la mención de Zaqueo… (Lc.19,8-10).
Existe, conforme al Magisterio de la Iglesia lo que llamaremos: “objeción fiscal de conciencia”… Juan Pablo II dice: “no sean víctimas de la imposición tributaria…” (Juan Pablo II. Discurso a los participantes en un congreso para la “Confédération Fiscale Européenne”. 7-Noviembre-1980)
El mismo Santo Tomás de Aquino enseña en la Summa Teologica: “No es lícito obedecer las leyes humanas… cuando la ley impone un gravamen injusto a los súbditos” (S.Th.,I-II, q.96, a.4 ad 2-3)
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