Autor: Ricardo Fco. Padilla Castillo, Consejero de CRESE.
Todavía me produce cierto resquemor escuchar el término “Recursos Humanos”, pues como sabes las personas no son recursos, son el fin de toda organización. Y esto no es romanticismo, es una realidad científica, y una verdad filosófica y teológica, que traducidas en una cultura corporativa centrada en la persona, mejora –comprobadamente- los resultados de la empresa.
“El hombre es la cima de la obra del Creador”(1) ello expresa una jerarquía en la creación, estando toda la naturaleza ordenada hacia: el hombre (persona).
Si el valor en libros de tu compañía, las inversiones para éste año, y el desarrollo de nuevos mercados, son prioridades en tu agenda, con mayor razón lo debe ser el atender las necesidades y aspiraciones del personal. La DSI (Doctrina Social de la Iglesia), iluminada por las Sagradas Escrituras, declara que “el hombre existe como ser único e irrepetible, existe como un « yo », capaz de autocomprenderse, autoposeerse y autodeterminarse”.(2)
El Evangelio ilumina: “Vosotros valéis más que los gorriones”(3) . Esta afirmación legitima una renovada dignidad –conferida por la encarnación del Hijo de Dios- y la realidad de una dimensión sobrenatural del hombre, que es por encima de todo lo creado.
Además, como empresario, ésta Palabra de Dios debe ayudarnos a superar los desdenes procurados a quienes defendemos los intereses de Cristo, pasando por encima de las burlas, injusticias, y sarcasmos. Tomar en serio a la persona, es actuar como persona en serio.
Cuando nos referimos a nuestro personal no podemos pensar en ellos como seres únicamente materiales que algún día dejarán de existir y punto final. Lo que hagamos por las personas en éste mundo, repercute en lo que deviene a ésta vida, en ellos y en nosotros. De tal proceder podemos ganar méritos al actuar con justicia y caridad (amor). “El hombre ha sido creado por Dios como unidad de alma y cuerpo: 238 « El alma espiritual e inmortal es el principio de unidad del ser humano, es aquello por lo cual éste existe como un todo —“corpore et anima unus”— en cuanto persona.”(4) . De ahí que “a la persona humana pertenece la apertura a la trascendencia: el hombre está abierto al infinito y a todos los seres creados. Está abierto sobre todo al infinito, es decir a Dios, porque con su inteligencia y su voluntad se eleva por encima de todo lo creado y de sí mismo, se hace independiente de las criaturas, es libre frente a todas las cosas creadas y se dirige hacia la verdad y el bien absolutos.”(5) .
Pero no sólo la teología reconoce dicha naturaleza de la persona, citemos por ejemplo a E. Kant “Los seres racionales reciben el nombre de personas porque su naturaleza los destaca ya con fines en sí mismos, o sea, como algo que cabe ser utilizado simplemente como medio y restringe así cualquier arbitrariedad”.
En lo referente a “Las neurociencias, la biología molecular, la embriología, la biofilosofía, la bioética y la biojurídica son saberes que, desde distintas perspectivas, enriquecen la imagen que tenemos sobre el hombre. Sin embargo, los resultados de cada una de estas ciencias serían un conjunto heterogéneo y ecléctico si no existiera una antropología filosófica, y eventualmente teológica, que nos brinde un criterio de unidad sapiencial.”(6)
Un caso emblemático, el conocido Dr. Viktor Emil Frankl, neurosiquiatra sobreviviente de cuatro campos de concentración nazis, afirma que la vida tiene sentido bajo cualquier circunstancia, aún en situaciones límite como el dolor, la enfermedad, la pérdida de un ser querido, etc…(7)
El mismísimo Papa, Benedicto XVI, recalcó que "no existe ninguna oposición entre la lectura del mundo por parte de la ciencia y la lectura propuesta por la revelación cristiana"(8).
“El reto consiste entonces en superar una visión ideológica y extracientífica”(9) que nos conduzca al respeto de la dignidad humana como prioridad en nuestras organizaciones, elemento constitutivo de nuestras normas, rector de nuestros principios, y compromiso que se renueva diariamente.
“Una sociedad justa puede ser realizada solamente en el respeto de la dignidad trascendente de la persona humana. Ésta representa el fin último de la sociedad, que está a ella ordenada. En ningún caso la persona humana puede ser instrumentalizada para fines ajenos a su mismo desarrollo, que puede realizar plena y definitivamente sólo en Dios y en su proyecto salvífico. La persona no puede estar finalizada a proyectos de carácter económico, social o político, impuestos por autoridad alguna. Los auténticos cambios sociales son efectivos y duraderos solo si están fundados sobre un cambio decidido de la conducta personal.”(10) .
Finalmente, no conozco mejor expresión para concluir con lo que deseo compartirte, que el número 144 de El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia: “« Dios no hace acepción de personas » (Hch 10,34; cf. Rm 2,11; Ga 2,6; Ef 6,9), porque todos los hombres tienen la misma dignidad de criaturas a su imagen y semejanza.281 La Encarnación del Hijo de Dios manifiesta la igualdad de todas las personas en cuanto a dignidad: « Ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús » (Ga 3,28; cf. Rm 10,12; 1 Co 12,13; Col 3,11).”.
¡Gracias y que Dios te bendiga!
NOTA
1. Catecismo de la Iglesia Católica, números 342-344
2. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, Cfr. numero 131
3. Evangelio de San Lucas 12, 6-7.
4. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia numero 127
5. Ibid, Cfr. numero 130
6. Doctor Rodrigo Guerra López, Entrevista con El Observador 9 mayo 2006, II Coloquio Internacional «Vida humana: sus significados», realizado del 25 al 27 de abril de 2006 en la Universidad Panamericana, Ciudad de México. Filosofo mexicano, Director del Observatorio social del CELAM, miembro de la Academia Pontificia para la Vida.
7. Dr. Victor Frankl, nació en Viena, Austria el 26 de Marzo de 1905; fue neuropsiquiatra y fundador de la Tercera Escuela de Psicoterapia vienesa conocida como Análisis Existencial y Logoterapia, forma de psicoterapia centrada en el sentido de la vida.
8. S.S. Benedicto XVI al hablar ante los miembros de la Pontificia Academia de las Ciencias que celebrarón su asamblea plenaria sobre la "Percepción científica de la Evolución del Universo y la Vida".
9. Ibid.
10. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, números 132-134.
|