Por Sergio Bernal Restrepo S.J., Decano de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, en Colombia y resumido por José Ignacio Ibáñez, Consejero de Empresa Responsable.
Veamos algunos puntos que sirven para confirmar la novedad a que nos hemos referido en la primera parte de este artículo:
l. La inducción-deducción. El ejemplo más claro de esta metodología, es el uso que el Papa hace de la Escritura. En el magisterio anterior los textos del Antiguo y del Nuevo Testamento se usan, pero, casi para confirmar lo dicho. Juan Pablo II hace de la Escritura su fuente principal de inspiración, de la que recibe la verdad sobre el hombre y sobre el mundo, sin seguir un método estrictamente deductivo. Es decir, toma los textos, pero para lograr una mejor comprensión de la realidad del hombre en el mundo y por eso mantiene viva su preocupación por éste y su problemática existencia!. Así se entiende la afirmación de que todo el magisterio de este Papa es social. En CA encontramos la razón del éxito del Papa en el uso de esta metodología: solamente la fe le revela plenamente su identidad verdadera, [del hombre] y precisamente de ella arranca la doctrina social de la Iglesia, la cual, valiéndose de todas las aportaciones de las ciencias y de la filosofía, se propone ayudar al hombre en el camino de la salvación [1].
Para algunos esta manera de pensar es nueva e, inclusive difícil de aceptar. El Papa corrige esta percepción cuando afirma que la Doctrina Social de la Iglesia (DS!) tiene su fuente en la Sagrada Escritura, Antiguo y Nuevo Testamento y que ha pertenecido desde el principio a la enseñanza de la Iglesia misma, a su concepción del hombre y de la vida social [2].
2. El trasfondo de la DSI siempre ha sido la preocupación de la Iglesia por la salvación de la persona y, por tanto, hay un fondo moral en las intervenciones de los Papas y Obispos en campos que a algunos parecían extraños a la misión propia de los pastores. Sin embargo, la DSI seguía siendo la cenicienta, considerada como algo secundario que no exigía ser tomada demasiado en serio y que no lograba entrar definitivamente en la corriente de la misión de la Iglesia. Por ello una de las grandes contribuciones de Juan Pablo II ha sido su preocupación por describir con mayor precisión la naturaleza de la doctrina social y así se explican las numerosas referencias a ésta, en los tres documentos que más directamente tocan los problemas sociales. En SRS el Papa afirma que la DSI es el resultado del discernimiento de la Iglesia sobre las complejas realidades de la vida del hombre en la sociedad y en el contexto internacional, a la luz de la fe y de la tradición eclesial.
Juan Pablo II va todavía más a fondo y declara que la DSI pertenece y es parte esencial de la misión evangelizadora de la Iglesia (SRS 41).
3. Otro punto interesante que constituye novedad en el magisterio de Juan Pablo II es el de la sociabilidad de la persona. Encontramos en la concepción que en la tradición de la DSI se tenía de la sociabilidad de la persona predominaba un concepto sociológico-psicológico de la necesidad de los demás que la persona siente al tomar conciencia de su limitación. Resultaba así la posibilidad de utilizar al otro para mi perfeccionamiento. La intención era positiva, pero el lenguaje no correspondía a ella y quedaba flotando una cierta ambigüedad, que Juan Pablo II se encargará de disipar con una reflexión original sobre la Revelación y haciendo del don de sí un tema central de su magisterio. La persona se realiza solamente en la medida en que se da al otro gratuitamente, es decir, no buscando su propio interés, sino el bien del otro. El fundamento del don es el amor, no el interés. La novedad está en partir de la vocación al amor, desde una concepción de la fe que, más que un acto racional es un acto de amor en respuesta al infinito amor de Dios que tiene que expresarse prácticamente en el amor al hermano: "tuve hambre y me disteis de comer...".
NOTAS
1 CA 54.
2 LE 3.
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