Por Sergio Bernal Restrepo S.J., Decano de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, en Colombia y resumido por José Ignacio Ibáñez, Consejero de Empresa Responsable.
El pontificado de Juan Pablo II no solamente ha sido uno de los más largos, sino que sobresalió por su riqueza doctrinal, particularmente en el campo de la doctrina social. Una reflexión sobre el pensamiento de este gran hombre nos revela que conjuntó, tal como él lo dijo, "cosas nuevas y viejas", "continuidad y renovación" del discurso social católico. Algunos autores señalan períodos en la historia de los cien años desde la Rerum novarum (RN, SS León XIII) hasta la Centesimus annus (CA, de SS Juan Pablo II); ya sea el pontificado de Juan XXIII como el momento del cambio, o el Concilio Vaticano II. Yo creo que el cambio se da con el Papa Wojtyla.
Juan Pablo II toma el Concilio como punto de partida y hace de todo su magisterio una estupenda y profunda catequesis, muy especialmente afirmando que Cristo revela plenamente el sentido del hombre al hombre y que el hombre es la única criatura que Dios ha amado por sí misma. La correcta interpretación del magisterio de Juan Pablo II supone conocer el pensamiento de Karol Wojtyla que, en su diálogo con la fenomenología husserliana (donde se observa la realidad tal cual es, sin prejuicios)y el Concilio Vaticano II, logró sintetizar su pasado neo tomista con la metafísica personalista fenomenológica. Sin romper con el pasado recorrió un camino muy distinto que lo llevó a pensar en la persona concreta, no en la noción abstracta propia de la filosofía tradicional. De esos hombres y mujeres situados e históricos, hizo el camino que la Iglesia tiene que recorrer en el desempeño de su misión.
A diferencia de otros Papas, Juan Pablo II es social en todo su magisterio y ello requiere un esfuerzo de interpretación nada fácil, pues supone el conocimiento de todos sus grandes documentos y de cada uno de ellos, punto por punto.
Lo dicho se aplica de manera particular a la primera encíclica de su pontificado, la Redemptor hominis (RH) que es la clave de lectura del pensamiento wojtyliano [1]. En ella están presentes todos los temas que encontraremos en sus 27 años de servicio pastoral. La clave de lectura es la antropología cristológica y el mismo Papa, en su segunda encíclica, Dives in misericordia, describe la RH, curiosamente, como una encíclica sobre el hombre [2].
Toda la realidad es vista por el Papa desde la perspectiva de la persona. Así, por ejemplo, reflexionando sobre el fantástico progreso que ha alcanzado la humanidad, afirma que la primera inquietud de todo cristiano tiene que referirse a la cuestión esencial y fundamental: ¿este progreso, cuyo autor es el hombre, hace la vida del hombre sobre la tierra, en todos sus aspectos, "más humana"?; ¿la hace más "digna del hombre"? [...] si el hombre, en cuanto hombre, en el contexto de este progreso, se hace de veras mejor, es decir, más maduro espiritualmente, más consciente de la dignidad de su humanidad, más responsable, más abierto a los demás, particularmente a los más necesitados y a los más débiles, más disponible a dar y prestar ayuda a todos [3].
Encontramos en estas líneas la continuación de la preocupación del Concilio por construir un mundo más humano, pues el crecimiento del hombre tiene que ser espiritual y moral. Desarrollando la noción del dominio de la creación, como misión asignada al primer hombre y a la primera mujer, Juan Pablo II la completa afirmando que ese dominio consiste en la prioridad de la ética sobre la técnica, en el primado de la persona sobre las cosas, en la superioridad del espíritu sobre la materia [4]. He aquí el parámetro para evaluar cualquier sistema o modelo histórico que se debe tener presente cuando se leen las llamadas "encíclicas sociales" si se quiere hacer de ellas una lectura justa.
Profundizando en los problemas del hombre contemporáneo encontramos a la base la carencia de una verdad objetiva de la que derivan los totalitarismos, los abusos, la manipulación consumística que aliena al hombre contemporáneo y lo reduce a una verdadera forma de esclavitud. El problema de la justicia es otra gran preocupación del Papa y debe ser la de todo cristiano. En casi todas las encíclicas de Juan Pablo II encontramos una referencia a la realidad de millones de personas que mueren por falta de lo necesario, y que son marginadas en tantas formas. Ante esa realidad surge la exigencia de lo que el Papa en la RH llama el "amor social", que luego se convertirá en la solidaridad, virtud basilar de su magisterio.
En el mundo dominado por el mercado se quiere imponer un concepto inaceptable de libertad que va unido precisamente a un comportamiento consumístico no controlado por la moral, lo cual limita contemporáneamente la libertad de los demás, es decir, de aquellos que sufren deficiencias relevantes y son empujados hacia condiciones de ulterior miseria e indigencia [5]. Aquí se ve la interrelación entre los fenómenos sociales y la centralidad de la justicia, pues las víctimas son siempre los pobres. Vale la pena notar cómo, contrariamente a cuanto pretende la ideología dominante, el mal uso de la libertad de los poderosos limita la libertad de grandes masas de la humanidad.
Encontramos así en la RH la clave de lectura que no ha sido tenida en cuenta por muchos de los comentaristas de la Centesimus annus que han deformado gravemente el pensamiento del Papa y han disimulado la crítica de fondo que él ha hecho del sistema económico dominante. Más que una encíclica sobre economía, se trata de una reflexión antropológica sobre la situación del hombre en el mundo dominado por la ideología del mercado. Es una respuesta-propuesta antropológica, a la visión cerrada del hombre que esta ideología propone. Se trata de ofrecer los criterios para interpretar el sistema económico. De éstos, el principal es el hombre mismo visto en su realidad de imagen de Dios con quien, por lo mismo, tiene una verdadera afinidad. El hombre tiene así una realidad trascendente que hace que no solamente puede usar de los bienes de la creación, sino que debe subordinar su uso a la semejanza divina del hombre y a su vocación a la inmortalidad [6]. Este es el parámetro interior según el cual se debe medir y orientar la economía.
NOTAS
1 En la encíclica Redemptoris missio el Papa se refiere a la RH como a su encíclica programática (RM 4).
2 DM,1.
3 RH 15.
4 Ibid.
5 Ibid.
6 SRS 29.
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