Reproducimos a continuación la entrevista concedida por Benedicto XVI a
La entrevista, realizada en el palacio apostólico de Castelgandolfo por el padre Andrzej Majewski, responsable de
"El 16 de octubre de 1978, el card. Karol Wojtyla se convirtió en Papa y desde aquel día en Juan Pablo II, durante más de 26 años, como Sucesor de San Pedro, y como Usted ha dicho, ha guiado a
P: "Santo Padre: ¿cómo comenzó esta amistad y cuándo conoció Su Santidad al cardenal Karol Wojtyla?".
R: "Personalmente le conocí sólo en los dos pre-cónclaves y cónclaves de 1978. Naturalmente había oído hablar del cardenal Wojtyla, al principio sobre todo en el contexto de la correspondencia entre los obispos polacos y alemanes en el '65. Los cardenales alemanes me han informado del enorme mérito y la contribución del arzobispo de Cracovia, que era el alma de esta correspondencia realmente histórica. Había oído también hablar a mis amigos universitarios sobre su filosofía y su gran figura como pensador. Pero, como he dicho, el primer encuentro personal tuvo lugar en el cónclave del 78. Desde el comienzo he sentido una gran simpatía por él y, gracias a Dios, el cardenal de aquel tiempo me otorgó desde el principio su amistad, inmerecida por mi parte. Estoy agradecido por la confianza que me dio, sin mérito mío alguno. Sobre todo, viéndole rezar, comprendí, no sólo vi, que era un hombre de Dios. Esta era la impresión fundamental: un hombre que vive con Dios, más aún en Dios. Además me ha impresionado la cordialidad, sin prejuicios, con la que se ha encontrado conmigo. En estos encuentros del pre-cónclave de los cardenales tomó la palabra en diversas ocasiones y ahí tuve también la posibilidad de percibir su estatura de pensador. Sin grandes palabras así surgió una amistad, desde el corazón y, nada más producirse su elección, el Papa me llamó en diversas ocasiones a Roma para charlar y al final me nombró Prefecto de
P: "¿Por lo tanto no fue una sorpresa el nombramiento, ni su convocación a Roma?".
R: "Para mí era un poco difícil, porque desde el comienzo de mi episcopado en Munich, con la solemne consagración como obispo en la catedral de Munich, era para mí una obligación, casi un matrimonio con esta diócesis y habían subrayado que desde hacía varios decenios yo era el primer obispo originario de la diócesis. Me sentía, por tanto, muy obligado y ligado con esta diócesis. Además existían problemas difíciles que todavía no habían sido resueltos y no quería dejar a la diócesis con ellos. De todo esto hablé con el Santo Padre con gran apertura, y con esa confianza que tenía el Santo Padre, que era muy paterno conmigo. Me dio tiempo para reflexionar y él mismo también lo quería pensar. Al final me convenció, porque esa era la voluntad de Dios. Así pude aceptar esa llamada y esa gran responsabilidad, nada fácil, que de por sí superaba mis capacidades. Pero con la confianza en la paterna benevolencia del Papa y con la guía del Espíritu Santo, pude decir que sí".
P: "Esta experiencia duró más de 20 años...".
R: "Sí, llegué en febrero de 1982 y ha durado hasta la muerte del Papa en el 2005".
P: "¿Cuáles son, según usted, Santo Padre, los puntos más significativos del Pontificado de Juan Pablo II?".
R: "Yo diría que podemos tener dos puntos de vista: uno ad extra -al mundo- y uno ad intra -a
P: "¿A lo largo de sus encuentros personales y de los coloquios con Juan Pablo II, cual fue lo que más impactó a Vuestra Santidad? ¿Podría contarnos sus últimos encuentros, tal vez de este año, con Juan Pablo II?".
R: "Sí. Los últimos dos encuentros los tuve, el primero, en el Policlínico Gemelli, en torno al 5-6 de febrero; y el segundo, el día anterior a su muerte, en su habitación. En el primer encuentro el Papa sufría visiblemente, pero estaba totalmente lúcido y muy presente. Yo había ido sólo para un encuentro de trabajo, porque necesitaba alguna decisión suya. El Santo Padre, aunque sufriendo, seguía con gran atención cuanto le decía. Me comunicó en pocas palabras sus decisiones, me dio su bendición, me saludó en alemán, concediéndome toda su confianza y amistad. Para mi fue muy conmovedor ver, por una parte, cómo su sufrimiento estaba unido al Señor sufriente, cómo llevaba su sufrimiento con el Señor y por el Señor; y, por otra parte, ver cómo resplandecía su serenidad interior y su completa lucidez. El segundo encuentro fue el día antes de que muriera: estaba, obviamente, más dolorido, se notaba, rodeado de médicos y amigos. Estaba todavía muy lucido y me dio su bendición. Ya no podía hablar mucho. Para mi, esta paciencia suya en el sufrir, ha sido una gran enseñanza, sobre todo el llegar a ver y sentir cómo estaba en las manos de Dios y cómo se abandonaba a su voluntad. A pesar de los dolores visibles, estaba sereno, porque estaba en las manos del Amor Divino".
P: "Usted, Santo Padre, en sus discursos evoca a menudo la figura de Juan Pablo II, y de Juan Pablo II dice que era un gran Papa, un llorado y venerado predecesor. Siempre recordamos las palabras de Su Santidad, pronunciadas en
R: "Ciertamente. Comienzo respondiendo a la primera parte de su pregunta. En un principio, hablando de la herencia del Papa, había olvidado hablar de tantos documentos que nos ha dejado -14 encíclicas, tantas Cartas Pastorales y tantos otros- y todo esto representa un patrimonio riquísimo que todavía no ha sido suficientemente asimilado en
P: "Santo Padre ahora le esperamos en Polonia. Tanta gente pregunta ¿cuándo vendrá el Papa a Polonia?".
R: "Sí, tengo intención de venir a Polonia, si Dios quiere, si el tiempo me lo permite. He hablado con Mons. Dziwisz respecto a la fecha, y me dicen que el mes de junio sería el periodo más apropiado. Naturalmente todo está por organizar con las instancias competentes. En este sentido es una palabra provisional, pero parece que posiblemente el próximo junio pueda venir a Polonia, si el Señor me lo concede".
P: "Santo Padre, en nombre de todos los telespectadores, le agradezco de corazón esta entrevista. Gracias, Padre Santo".
R: "Gracias a usted".
Fuente: VIS