Señor Presidente de la República,
Venerados Hermanos en el Episcopado,
Distinguidas Autoridades,
Queridos hermanos y hermanas
Me alegra profundamente venir aquí como peregrino en el nombre de Jesucristo. Dirijo mi más cordial saludo a la amada tierra croata y, como Sucesor de Pedro, doy un gran abrazo a todos sus habitantes.
Saludo en particular a la comunidad católica: a los Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, fieles laicos, y especialmente a las familias de esta tierra fecundada con el anuncio del Evangelio, esperanza de vida y de salvación para todo hombre.
Le saludo cordialmente, Señor Presidente de la República, y a las demás Autoridades civiles y militares aquí reunidas. Le agradezco, Señor Presidente, las amables palabras que me ha dirigido y formulo mis mejores votos para la alta misión que le ha sido encomendada y por la paz y la prosperidad de toda la Nación.
En este momento, deseo remontarme idealmente a las tres visitas pastorales a Croacia de mi amado Predecesor, el beato Papa Juan Pablo II, y agradecer al Señor la larga historia de fidelidad que vincula vuestro País a la Santa Sede. Podemos contar más de trece siglos de especiales y estrechos lazos, tejidos y consolidados en circunstancias a veces difíciles y dolorosas.
Esta historia es un testimonio elocuente del amor de vuestro pueblo por el Evangelio y por la Iglesia. Desde los orígenes, vuestra Nación pertenece a Europa y a ella ofrece, en particular, la contribución de valores espirituales y morales que han plasmado durante siglos la vida cotidiana y la identidad personal y nacional de sus hijos.
Los retos que derivan de la cultura contemporánea, caracterizada por la diferenciación social, la escasa estabilidad, y marcada por un individualismo que favorece una visión de la vida sin obligaciones y la búsqueda continua de "espacios privados", requieren un testimonio convencido y un dinamismo emprendedor en la promoción de los valores morales fundamentales, que están a la base de la vida social y de la identidad del Viejo Continente.
A veinte años de la proclamación de la independencia y en vísperas de la plena integración de Croacia en la Unión Europea, la historia pasada y reciente de vuestro País constituye un motivo de reflexión para todos los otros pueblos del Continente, ayudando a cada uno de ellos, y a todo el conjunto, a conservar y a fortalecer el inestimable patrimonio común de valores humanos y cristianos. Que esta amada Nación, orgullosa de su rica tradición, contribuya así a que la Unión Europea aprecie plenamente dicha riqueza espiritual y cultural.
Queridos hermanos y hermanas, bajo el lema "Juntos en Cristo", vengo a vosotros para celebrar la I Jornada Nacional de las familias católicas croatas. Que esta importante iniciativa sea una ocasión para volver a proponer los valores de la vida familiar y del bien común, para fortalecer la unidad, reavivar la esperanza y guiar a la comunión con Dios, fundamento de fraternidad y solidaridad social. Agradezco ahora vivamente a todos los que han colaborado en la preparación y organización de mi visita.
Ante los desafíos que interpelan hoy a la Iglesia y a la sociedad civil, invoco sobre esta tierra y sobre cuantos la habitan la intercesión y la ayuda del beato Alojzije Stepinac, Pastor amado y venerado por vuestro pueblo. Que él acompañe a las jóvenes generaciones a vivir en esa caridad que impulsó al Señor Jesús a entregar la vida por todos los hombres. San José, custodio solícito del Redentor y celestial Patrono de vuestra Nación, junto a la Virgen María, "Fidelissima Advocata Croatiae", os alcancen hoy y siempre paz y salvación. Gracias.