El tema de clonar embriones humanos comenzó a sonar a mediados de 1998, cuando dos equipos de investigadores estadounidenses consiguieron aislar y cultivar, en laboratorio, una célula madre.
Así se llaman las células que originan los 210 tejidos de un organismo humano. Uno de los primeros avances fue logrado al mismo tiempo por un equipo de la Universidad de Wisconsin, en Madison, y por otro de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore.
Cada grupo avanzó por un camino distinto, pero llegaron a los mismos resultados. Lograron aislar y después cultivar las llamadas "células germinales", que se forman apenas se unen el espermatozoide y el óvulo. Los dos grupos utilizaron células en distintos estadios de desarrollo. Ahora, la legislación británica autoriza la clonación de estas células y su uso terapéutico hasta el día 14 de la gestación.
El interés en aislarlas reside en que estas células son capaces de originar tanto las células que forman el corazón como las del tejido nervioso o las de la piel. Es decir, son las que van a diferenciarse durante el estado embrionario para conformar las distintas partes del cuerpo humano.
Pero la mirada científica no se concentra sólo en señalarlas como células "pluripotentes". Ellas podrían formar parte de una reserva, un banco de tejidos de los laboratorios que reemplazaría a las células dañadas durante el transcurso de la vida.
Sin embargo, estas células madre -como señalan los pro-vida- pueden ser obtenidas de células madre extraídas de adultos, y no hay necesidad de clonar embriones humanos que luego serán eliminados.