Lecturas diarias:
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Primera Lectura
I Timoteo 4:12-16
12Que nadie menosprecie tu juventud. Procura, en cambio, ser para los creyentes modelo en la palabra, en el comportamiento, en la caridad, en la fe, en la pureza. 13Hasta que yo llegue, dedícate a la lectura, a la exhortación, a la enseñanza. 14No descuides el carisma que hay en ti, que se te comunicó por intervención profética mediante la imposición de las manos del colegio de presbíteros. 15Ocúpate en estas cosas; vive entregado a ellas para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. 16Vela por ti mismo y por la enseñanza; persevera en estas disposiciones, pues obrando así te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen. -
Salmo Responsorial
Salmo 111:7-10
7Verdad y justicia, las obras de sus manos, leales todas sus ordenanzas, 8afirmadas para siempre jamás, ejecutadas con verdad y rectitud. 9Ha enviado redención a su pueblo, ha fijado para siempre su alianza; santo y temible es su nombre. 10Principio del saber, el temor de Yahveh; muy cuerdos todos los que lo practican. Su alabanza por siempre permanece. -
Evangelio
Lucas 7:36-50
36Un fariseo le rogó que comiera con él, y, entrando en la casa del fariseo, se puso a la mesa. 37Había en la ciudad una mujer pecadora pública, quien al saber que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume, 38y poniéndose detrás, a los pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume. 39Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para sí: «Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora.» 40Jesús le respondió: «Simón, tengo algo que decirte.» El dijo: «Di, maestro.» 41Un acreedor tenía dos deudores: uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta. 42Como no tenían para pagarle, perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más?» 43Respondió Simón: «Supongo que aquel a quien perdonó más.» El le dijo: «Has juzgado bien», 44y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus cabellos. 45No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. 46No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume. 47Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra.» 48Y le dijo a ella: «Tus pecados quedan perdonados.» 49Los comensales empezaron a decirse para sí: «¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?» 50Pero él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado. Vete en paz.»