Lecturas diarias:
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Primera Lectura
Hebreos 10:11-18
11Y, ciertamente, todo sacerdote está en pie, día tras día, oficiando y ofreciendo reiteradamente los mismos sacrificios, que nunca pueden borrar pecados. 12El, por el contrario, habiendo ofrecido por los pecados un solo sacrificio, se sentó a la diestra de Dios para siempre, 13esperando desde entonces hasta que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies. 14En efecto, mediante una sola oblación ha llevado a la perfección para siempre a los santificados. 15También el Espíritu Santo nos da testimonio de ello. Porque, después de haber dicho: 16Esta es la Alianza que pactaré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en su mente las grabaré, 17añade: Y de sus pecados e iniquidades no me acordaré ya. 18Ahora bien, donde hay remisión de estas cosas, ya no hay más oblación por el pecado. -
Salmo Responsorial
Salmo 110:1-4
1De David. Salmo. Oráculo de Yahveh a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que yo haga de tus enemigos el estrado de tus pies. 2El cetro de tu poder lo extenderá Yahveh desde Sión: ¡domina en medio de tus enemigos! 3Para ti el principado el día de tu nacimiento, en esplendor sagrado desde el seno, desde la aurora de tu juventud. 4Lo ha jurado Yahveh y no ha de retractarse: «Tú eres por siempre sacerdote, según el orden de Melquisedec.» -
Evangelio
Marcos 4:1-20
1Y otra vez se puso a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar. 2Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su instrucción: 3«Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar. 4Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron. 5Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida por no tener hondura de tierra; 6pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó. 7Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto. 8Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento.» 9Y decía: «Quien tenga oídos para oír, que oiga.» 10Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le preguntaban sobre las parábolas. 11El les dijo: «A vosotros se os ha dado el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas, 12para que por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone.» 13Y les dice: «¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, entonces, comprenderéis todas las parábolas? 14El sembrador siembra la Palabra. 15Los que están a lo largo del camino donde se siembra la Palabra son aquellos que, en cuanto la oyen, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos. 16De igual modo, los sembrados en terreno pedregoso son los que, al oír la Palabra, al punto la reciben con alegría, 17pero no tienen raíz en sí mismos, sino que son inconstantes; y en cuanto se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumben en seguida. 18Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído la Palabra, 19pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias les invaden y ahogan la Palabra, y queda sin fruto. 20Y los sembrados en tierra buena son aquellos que oyen la Palabra, la acogen y dan fruto, unos treinta, otros sesenta, otros ciento.»