Lecturas diarias:
-
Primera Lectura
Jeremías 3:14-17
14Volved, hijos apóstatas - oráculo de Yahveh - porque yo soy vuestro Señor. Os iré recogiendo uno a uno de cada ciudad, y por parejas de cada familia, y os traeré a Sión. 15Os pondré pastores según mi corazón que os den pasto de conocimiento y prudencia. 16Y luego, cuando seáis muchos y fructifiquéis en la tierra, en aquellos días - oráculo de Yahveh - no se hablará más del arca de la alianza de Yahveh, no vendrá en mientes, no se acordarán ni se ocuparán de ella, ni será reconstruida jamás. 17En aquel tiempo llamarán a Jerusalén «Trono de Yahveh» y se incorporarán a ella todas las naciones en el nombre de Yahveh, en Jerusalén, sin seguir más la dureza de sus perversos corazones. -
Salmo Responsorial
Jeremías 31:10-13
10Oíd la palabra de Yahveh, naciones, y anunciad por las islas a lo lejos, y decid: «El que dispersó a Israel le reunirá y le guardará cual un pastor su hato.» 11Porque ha rescatado Yahveh a Jacob, y le ha redimido de la mano de otro más fuerte. 12Vendrán y darán hurras en la cima de Sión y acudirán al regalo de Yahveh: al grano, al mosto, y al aceite virgen, a las crías de ovejas y de vacas, y será su alma como huerto empapado, no volverán a estar ya macilentos. 13Entonces se alegrará la doncella en el baile, los mozos y los viejos juntos, y cambiaré su duelo en recocijo, y les consolaré y alegraré de su tristeza; -
Evangelio
Juan 20:1-2, 11-18
1El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. 2Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.» 11Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, 12y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. 13Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.» 14Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. 15Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.» 16Jesús le dice: «María.» Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní» - que quiere decir: «Maestro» -. 17Dícele Jesús: «No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.» 18Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.
-
Primera Lectura
El Cantar de los Cantares 3:1-4
1En mi lecho, por las noches, he buscado al amor de mi alma. Busquéle y no le hallé. 2Me levantaré, pues, y recorreré la ciudad. Por las calles y las plazas buscaré al amor de mi alma. Busquéle y no le hallé. 3Los centinelas me encontraron, los que hacen la ronda en la ciudad: «¿Habéis visto al amor de mi alma?» 4Apenas habíalos pasado, cuando encontré al amor de mi alma. Le aprehendí y no le soltaré hasta que le haya introducido en la casa de mi madre, en la alcoba de la que me concibió.OR
II Corintios 5:14-17
14Porque el amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos por tanto murieron. 15Y murió por todos, para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. 16Así que, en adelante, ya no conocemos a nadie según la carne. Y si conocimos a Cristo según la carne, ya no le conocemos así. 17Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. -
Salmo Responsorial
Salmo 63:2-6, 8-9
2Dios, tú mi Dios, yo te busco, sed de ti tiene mi alma, en pos de ti languidece mi carne, cual tierra seca, agotada, sin agua. 3Como cuando en el santuario te veía, al contemplar tu poder y tu gloria, 4- pues tu amor es mejor que la vida, mis labios te glorificaban -, 5así quiero en mi vida bendecirte, levantar mis manos en tu nombre; 6como de grasa y médula se empapará mi alma, y alabará mi boca con labios jubilosos. 8porque tú eres mi socorro, y yo exulto a la sombra de tus alas; 9mi alma se aprieta contra ti, tu diestra me sostiene. -
Evangelio
Juan 20:1-2, 11-18
1El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. 2Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.» 11Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, 12y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. 13Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.» 14Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. 15Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.» 16Jesús le dice: «María.» Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní» - que quiere decir: «Maestro» -. 17Dícele Jesús: «No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.» 18Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.