Santa María Magdalena (Fiesta)

julio 22, 2021

Color: Blanco

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Éxodo 19:1-2, 9-11, 16-20

    1A los tres meses de la salida del país de Egipto, ese mismo día, los hijos de Israel llegaron al desierto del Sinaí.
    2Habían salido de Refidim, llegaron al desierto del Sinaí y acamparon. Israel puso allí el campamento frente a la montaña.
    9Entonces dijo el Señor a Moisés:
    —He aquí que Yo voy a presentarme a ti en una densa nube para que el pueblo oiga cuándo me comunico contigo, y así te crean a ti siempre. Y Moisés refirió al Señor la respuesta de su pueblo.
    10El Señor dijo a Moisés:
    —Ve al pueblo y haz que se purifiquen hoy y mañana; que laven sus vestidos.
    11Y que estén preparados para el tercer día, porque el día tercero el Señor descenderá a la vista de todo el pueblo sobre el monte Sinaí.
    16El día tercero, al despuntar la aurora, hubo truenos y relámpagos, y una densa nube sobre la montaña, y un sonido muy intenso de trompeta. Todo el pueblo que estaba en el campamento se estremeció.
    17Moisés hizo salir al pueblo del campamento al encuentro de Dios; ellos se detuvieron al pie de la montaña.
    18Todo el monte Sinaí humeaba porque el Señor había descendido sobre él en el fuego. El humo subía como humo de horno y toda la montaña se estremeció violentamente.
    19El sonido de la trompeta se fue haciendo más intenso: Moisés hablaba y Dios le respondía con el trueno.
    20El Señor descendió sobre el monte Sinaí, sobre la cima de la montaña. Luego el Señor llamó a Moisés a la cumbre de la montaña y allí subió Moisés.

  • Salmo Responsorial

    Daniel 3:52-56

    52—Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
    digno de alabanza y ensalzado por los siglos. Bendito el santo Nombre de tu gloria, muy digno de alabanza y ensalzado por los siglos.
    53Bendito eres en el Templo de tu santa gloria,
    muy digno de alabanza y glorioso por los siglos.
    54Bendito eres sobre el trono de tu reino:
    muy digno de alabanza y ensalzado por los siglos.
    55Bendito eres Tú, que sondeas los abismos sentado sobre querubines,
    digno de alabanza y ensalzado por los siglos.
    56Bendito eres en la bóveda del cielo,
    digno de alabanza y glorioso por los siglos.

  • Evangelio

    Juan 20:1-2, 11-18

    1El día siguiente al sábado, muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio quitada la piedra del sepulcro.
    2Entonces echó a correr, llegó hasta donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, el que Jesús amaba, y les dijo:
    —Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto.
    11María estaba fuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro,
    12y vio a dos ángeles de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies, donde había sido colocado el cuerpo de Jesús.
    13Ellos dijeron:
    —Mujer, ¿por qué lloras? —Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto —les respondió.
    14Dicho esto, se volvió hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús.
    15Le dijo Jesús:
    —Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: —Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.
    16Jesús le dijo:
    —¡María! Ella, volviéndose, exclamó en hebreo: —¡Rabbuni! —que quiere decir: «Maestro».
    17Jesús le dijo:
    —Suéltame, que aún no he subido a mi Padre; pero vete donde están mis hermanos y diles: «Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios».
    18Fue María Magdalena y anunció a los discípulos:
    —¡He visto al Señor!, y me ha dicho estas cosas.

  • Primera Lectura

    El Cantar de los Cantares 3:1-4

    1En mi lecho, por las noches,
    busqué al que ama mi alma, y no lo encontré.
    2Me levantaré y rondaré por la ciudad,
    por calles y plazas, buscaré al que ama mi alma. Lo busqué, pero no lo encontré.
    3Me encontraron los guardias
    que rondan por la ciudad: «¿Habéis visto al que ama mi alma?»
    4Apenas los pasé, cuando encontré
    al que ama mi alma. Lo abracé y no lo soltaré hasta hacerlo entrar en casa de mi madre, en la alcoba de la que me concibió.

    OR

    2 Corintios 5:14-17

    14Porque el amor de Cristo nos urge, persuadidos de que si uno murió por todos, en consecuencia todos murieron.
    15Y murió por todos a fin de que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
    16De manera que desde ahora no conocemos a nadie según la carne; y si conocimos a Cristo según la carne, ahora ya no le conocemos así.
    17Por tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva criatura: lo viejo pasó, ya ha llegado lo nuevo.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 63:2-6, 8-9

    2Oh Dios, Tú eres mi Dios, al alba te busco,
    mi alma tiene sed de Ti, por Ti mi carne desfallece, en tierra desierta y seca, sin agua.
    3Por eso te contemplo en el Santuario,
    para ver tu poder y tu gloria
    4Tu misericordia vale más que la vida,
    mis labios te alabarán.
    5Así, te bendeciré toda mi vida,
    a tu Nombre alzaré mis manos.
    6Como de enjundia y de grosura
    se saciará mi alma, y con labios jubilosos te alabará mi boca.
    8porque Tú eres mi socorro,
    canto gozoso a la sombra de tus alas.
    9A Ti se aferra mi alma,
    tu diestra me sostiene.

  • Evangelio

    Juan 20:1-2, 11-18

    1El día siguiente al sábado, muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio quitada la piedra del sepulcro.
    2Entonces echó a correr, llegó hasta donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, el que Jesús amaba, y les dijo:
    —Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto.
    11María estaba fuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro,
    12y vio a dos ángeles de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies, donde había sido colocado el cuerpo de Jesús.
    13Ellos dijeron:
    —Mujer, ¿por qué lloras? —Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto —les respondió.
    14Dicho esto, se volvió hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús.
    15Le dijo Jesús:
    —Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: —Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.
    16Jesús le dijo:
    —¡María! Ella, volviéndose, exclamó en hebreo: —¡Rabbuni! —que quiere decir: «Maestro».
    17Jesús le dijo:
    —Suéltame, que aún no he subido a mi Padre; pero vete donde están mis hermanos y diles: «Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios».
    18Fue María Magdalena y anunció a los discípulos:
    —¡He visto al Señor!, y me ha dicho estas cosas.