Lecturas diarias:
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Primera Lectura
I Corintios 15:12-20
12Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos ¿cómo andan diciendo algunos entre vosotros que no hay resurrección de los muertos? 13Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó. 14Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe. 15Y somos convictos de falsos testigos de Dios porque hemos atestiguado contra Dios que resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si es que los muertos no resucitan. 16Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. 17Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana: estáis todavía en vuestros pecados. 18Por tanto, también los que durmieron en Cristo perecieron. 19Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, ¡somos los más dignos de compasión de todos los hombres! 20¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que durmieron. -
Salmo Responsorial
Salmo 17:1, 6-8, 15
1Oración. De David. Escucha, Yahveh, la justicia, atiende a mi clamor, presta oído a mi plegaria, que no es de labios engañosos. 6Yo te llamo, que tú, oh Dios, me respondes, tiende hacia mí tu oído, escucha mis palabras, 7haz gala de tus gracias, tú que salvas a los que buscan a tu diestra refugio contra los que atacan. 8Guárdame como la pupila de los ojos, escóndeme a la sombra de tus alas 15Mas yo, en la justicia, contemplaré tu rostro, al despertar me hartaré de tu imagen. -
Evangelio
Lucas 8:1-3
1Y sucedió a continuación que iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena Nueva del Reino de Dios; le acompañaban los Doce, 2y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, 3Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes, Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.
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Primera Lectura
I Corintios 12:31; 13:1-10, 13
12 31¡Aspirad a los carismas superiores! Y aun os voy a mostrar un camino más excelente. 13 1Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. 2Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy. 3Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha. 4La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; 5es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; 6no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. 7Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. 8La caridad no acaba nunca. Desaparecerán las profecías. Cesarán las lenguas. Desaparecerá la ciencia. 9Porque parcial es nuestra ciencia y parcial nuestra profecía. 10Cuando vendrá lo perfecto, desaparecerá lo parcial. 13Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad. -
Salmo Responsorial
Salmo 25:1-5, 8-10
1De David A ti, Yahveh, levanto mi alma, 2oh Dios mío. En ti confío, ¡no sea confundido, no triunfen de mí mis enemigos! 3No hay confusión para el que espera en ti, confusión sólo para el que traiciona sin motivo. 4Muéstrame tus caminos, Yahveh, enséñame tus sendas. 5Guíame en tu verdad, enséñame, que tú eres el Dios de mi salvación. En ti estoy esperando todo el día, 8Bueno y recto es Yahveh; por eso muestra a los pecadores el camino; 9conduce en la justicia a los humildes, y a los pobres enseña su sendero. 10Todas las sendas de Yahveh son amor y verdad para quien guarda su alianza y sus dictámenes. -
Evangelio
Mateo 11:25-30
25En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. 26Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. 27Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. 28«Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. 29Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. 30Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»