Lecturas diarias:
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Primera Lectura
Oseas 2:16, 17, 21-22
16Por eso yo voy a seducirla; la llevaré al desierto y hablaré a su corazón. 17Allí le daré sus viñas, el valle de Akor lo haré puerta de esperanza; y ella responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que subía del país de Egipto. 21Yo te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia y en derecho en amor y en compasión, 22te desposaré conmigo en fidelidad, y tú conocerás a Yahveh.OR
II Corintios 4:6-10, 16-18
6Pues el mismo Dios que dijo: "De las tinieblas brille la luz," ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios que está en la faz de Cristo. 7Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros. 8Atribulados en todo, mas no aplastados; perplejos, mas no desesperados; 9perseguidos, mas no abandonados; derribados, mas no aniquilados. 10Llevamos siempre en nuestros cuerpos por todas partes el morir de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. 16Por eso no desfallecemos. Aun cuando nuestro hombre exterior se va desmoronando, el hombre interior se va renovando de día en día. 17En efecto, la leve tribulación de un momento nos produce, sobre toda medida, un pesado caudal de gloria eterna, 18a cuantos no ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles; pues las cosas visibles son pasajeras, mas las invisibles son eternas. -
Salmo Responsorial
Salmo 45:11-12, 14-16
11Escucha, hija, mira y pon atento oído, olvida tu pueblo y la casa de tu padre, 12y el rey se prendará de tu belleza. El es tu Señor, ¡póstrate ante él! 14Toda espléndida, la hija del rey, va adentro, con vestidos en oro recamados; 15con sus brocados el llevada ante el rey. Vírgenes tras ella, compañeras suyas, donde él son introducidas; 16entre alborozo y regocijo avanzan, al entrar en el palacio del rey. -
Evangelio
Juan 15:4-10
4Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. 5Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. 6Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. 7Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. 8La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos. 9Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. 10Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.