Lecturas diarias:
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Primera Lectura
Eclesiástico 17:20-24
20No se le ocultan sus iniquidades, todos sus pecados están ante el Señor. 22La limosna del hombre es como un sello para él, el favor del hombre lo guarda como la pupila de sus ojos. 23Después se levantará y les retribuirá, sobre su cabeza pondrá su recompensa. 24Pero a los que se arrepienten les concede retorno, y consuela a los que perdieron la esperanza. -
Salmo Responsorial
Salmo 32:1-2, 5-7
1De David. Poema. ¡Dichoso el que es perdonado de su culpa, y le queda cubierto su pecado! 2Dichoso el hombre a quien Yahveh no le cuenta el delito, y en cuyo espíritu no hay fraude. 5Mi pecado te reconocí, y no oculté mi culpa; dije: «Me confesaré a Yahveh de mis rebeldías.» Y tú absolviste mi culpa, perdonaste mi pecado. 6Por eso te suplica todo el que te ama en la hora de la angustia. Y aunque las muchas aguas se desborden, no le alcanzarán. 7Tú eres un cobijo para mí, de la angustia me guardas, estás en torno a mí para salvarme. -
Evangelio
Marcos 10:17-27
17Se ponía ya en camino cuando uno corrió a su encuentro y arodillándose ante él, le preguntó: «Maestro bueno, ¿ qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?» 18Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. 19Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.» 20El, entonces, le dijo: «Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud.» 21Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme.» 22Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. 23Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!» 24Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: «¡Hijos, qué difícil es entrar en el Reino de Dios! 25Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios.» 26Pero ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: «Y ¿quién se podrá salvar?» 27Jesús, mirándolos fijamente, dice: «Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios.»