Lecturas diarias:
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Primera Lectura
Gálatas 5:18-25
18Pero, si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley. 19Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, 20idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, 21envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios. 22En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, 23mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley. 24Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias. 25Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu. -
Salmo Responsorial
Salmo 1:1-4, 6
1¡Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni en la senda de los pecadores se detiene, ni en el banco de los burlones se sienta, 2mas se complace en la ley de Yahveh, su ley susurra día y noche! 3Es como un árbol plantado junto a corrientes de agua, que da a su tiempo el fruto, y jamás se amustia su follaje; todo lo que hace sale bien. 4¡No así los impíos, no así! Que ellos son como paja que se lleva el viento. 6Porque Yahveh conoce el camino de los justos, pero el camino de los impíos se pierde. -
Evangelio
Lucas 11:42-46
42Pero, ¡ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello. 43¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas! 44¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo!» 45Uno de los legistas le respondió: «¡Maestro, diciendo estas cosas, también nos injurias a nosotros!» 46Pero él dijo: «¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!
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Primera Lectura
Romanos 8:22-27
22Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto. 23Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo. 24Porque nuestra salvación es en esperanza; y una esperanza que se ve, no es esperanza, pues ¿cómo es posible esperar una cosa que se ve? 25Pero esperar lo que no vemos, es aguardar con paciencia. 26Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables, 27y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios. -
Salmo Responsorial
Salmo 19:8-11
8La ley de Yahveh es perfecta, consolación del alma, el dictamen de Yahveh, veraz, sabiduría del sencillo. 9Los preceptos de Yahveh son rectos, gozo del corazón; claro el mandamiento de Yahveh, luz de los ojos. 10El temor de Yahveh es puro, por siempre estable; verdad, los juicios de Yahveh, justos todos ellos, 11apetecibles más que el oro, más que el oro más fino; sus palabras más dulces que la miel, más que el jugo de panales. -
Evangelio
Juan 15:1-8
1«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. 2Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. 3Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. 4Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. 5Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. 6Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. 7Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. 8La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos.