Lecturas diarias:
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Primera Lectura
Miqueas 7:14-15, 18-20
14Apacienta tu pueblo con tu cayado, el rebaño de tu heredad, que mora solitario en la selva, en medio de un campo feraz Que pazcan en Basán y Galaad como en los días de antaño. 15Como en los días de tu salida del país de Egipto, hazme ver prodigios. 18¿Qué Dios hay como tú, que quite la culpa y pase por alto el delito del Resto de tu heredad? No mantendrá su cólera por siempre pues se complace en el amor; 19volverá a compadecerse de nosotros, pisoteará nuestras culpas. ¡Tú arrojarás al fondo del mar todos nuestros pecados! 20Otorga fidelidad a Jacob amor a Abraham, como juraste a nuestros padres, desde los días de antaño. -
Salmo Responsorial
Salmo 85:2-8
2Propicio has sido, Yahveh, con tu tierra, has hecho volver a los cautivos de Jacob; 3has quitado la culpa de tu pueblo, has cubierto todos sus pecados, 4has retirado todo tu furor, has desistido del ardor de tu cólera. 5¡Haznos volver, Dios de nuestra salvación, cesa en tu irritación contra nosotros! 6¿Vas a estar siempre airado con nosotros? ¿Prolongarás tu cólera de edad en edad? 7¿No volverás a darnos vida para que tu pueblo en ti se regocije? 8¡Muéstranos tu amor, Yahveh, y danos tu salvación! -
Evangelio
Juan 20:1-2, 11-18
1El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. 2Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.» 11Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, 12y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. 13Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.» 14Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. 15Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.» 16Jesús le dice: «María.» Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní» - que quiere decir: «Maestro» -. 17Dícele Jesús: «No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.» 18Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.
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Primera Lectura
El Cantar de los Cantares 3:1-4
1En mi lecho, por las noches, he buscado al amor de mi alma. Busquéle y no le hallé. 2Me levantaré, pues, y recorreré la ciudad. Por las calles y las plazas buscaré al amor de mi alma. Busquéle y no le hallé. 3Los centinelas me encontraron, los que hacen la ronda en la ciudad: «¿Habéis visto al amor de mi alma?» 4Apenas habíalos pasado, cuando encontré al amor de mi alma. Le aprehendí y no le soltaré hasta que le haya introducido en la casa de mi madre, en la alcoba de la que me concibió.OR
II Corintios 5:14-17
14Porque el amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos por tanto murieron. 15Y murió por todos, para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. 16Así que, en adelante, ya no conocemos a nadie según la carne. Y si conocimos a Cristo según la carne, ya no le conocemos así. 17Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. -
Salmo Responsorial
Salmo 63:2-6, 8-9
2Dios, tú mi Dios, yo te busco, sed de ti tiene mi alma, en pos de ti languidece mi carne, cual tierra seca, agotada, sin agua. 3Como cuando en el santuario te veía, al contemplar tu poder y tu gloria, 4- pues tu amor es mejor que la vida, mis labios te glorificaban -, 5así quiero en mi vida bendecirte, levantar mis manos en tu nombre; 6como de grasa y médula se empapará mi alma, y alabará mi boca con labios jubilosos. 8porque tú eres mi socorro, y yo exulto a la sombra de tus alas; 9mi alma se aprieta contra ti, tu diestra me sostiene. -
Evangelio
Juan 20:1-2, 11-18
1El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. 2Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.» 11Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, 12y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. 13Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.» 14Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. 15Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.» 16Jesús le dice: «María.» Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní» - que quiere decir: «Maestro» -. 17Dícele Jesús: «No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.» 18Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.