Lecturas diarias:
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Primera Lectura
Hechos 4:23-31
23Una vez libres, vinieron a los suyos y les contaron todo lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y ancianos. 24Al oírlo, todos a una elevaron su voz a Dios y dijeron: «Señor, tú que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, 25tú que has dicho por el Espíritu Santo, por boca de nuestro padre David, tu siervo: ¿A qué esta agitación de las naciones, estos vanos proyectos de los pueblos? 26Se han presentado los reyes de la tierra y los magistrados se han aliado contra el Señor y contra su Ungido. 27«Porque verdaderamente en esta ciudad se han aliado Herodes y Poncio Pilato con las naciones y los pueblos de Israel contra tu santo siervo Jesús, a quien has ungido , 28para realizar lo que en tu poder y en tu sabiduría habías predeterminado que sucediera. 29Y ahora, Señor, ten en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos que puedan predicar tu Palabra con toda valentía, 30extendiendo tu mano para realizar curaciones, señales y prodigios por el nombre de tu santo siervo Jesús.» 31Acabada su oración, retembló el lugar donde estaban reunidos, y todos quedaron llenos del Espíritu Santo y predicaban la Palabra de Dios con valentía. -
Salmo Responsorial
Salmo 2:1-9
1¿Por qué se agitan las naciones, y los pueblos mascullan planes vanos? 2Se yerguen los reyes de la tierra, los caudillos conspiran aliados contra Yahveh y contra su Ungido: 3«¡Rompamos sus coyundas, sacudámonos su yugo!» 4El que se sienta en los cielos se sonríe, Yahveh se burla de ellos. 5Luego en su cólera les habla, en su furor los aterra: 6«Ya tengo yo consagrado a mi rey en Sión mi monte santo.» 7Voy a anunciar el decreto de Yahveh: El me ha dicho: «Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy. 8Pídeme, y te daré en herencia las naciones, en propiedad los confines de la tierra. 9Con cetro de hierro, los quebrantarás, los quebrarás como vaso de alfarero.» -
Evangelio
Juan 3:1-8
1Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. 2Fue éste donde Jesús de noche y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está con él.» 3Jesús le respondió: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios.» 4Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?» 5Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. 6Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. 7No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de lo alto. 8El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.»
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Primera Lectura
I Corintios 1:18-25
18Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan - para nosotros - es fuerza de Dios. 19Porque dice la Escritura: Destruiré la sabiduría de los sabios, e inutilizaré la inteligencia de los inteligentes. 20¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el docto? ¿Dónde el sofista de este mundo? ¿Acaso no entondeció Dios la sabiduría del mundo? 21De hecho, como el mundo mediante su propia sabiduría no conoció a Dios en su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la necedad de la predicación. 22Así, mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, 23nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; 24mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. 25Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres. -
Salmo Responsorial
Salmo 40:2, 4, 7-10
2En Yahveh puse toda mi esperanza, él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. 4Puso en mi boca un canto nuevo, una alabanza a nuestro Dios; muchos verán y temerán, y en Yahveh tendrán confianza. 7Ni sacrificio ni oblación querías, pero el oído me has abierto; no pedías holocaustos ni víctimas, 8dije entonces: Heme aquí, que vengo. Se me ha prescrito en el rollo del libro 9hacer tu voluntad. Oh Dios mío, en tu ley me complazco en el fondo de mi ser. 10He publicado la justicia en la gran asamblea; mira, no he contenido mis labios, tú lo sabes, Yahveh. -
Evangelio
Mateo 28:16-20
16Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. 17Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. 18Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. 19Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.»