“Humilde, abierto y un amigo leal” Así es el Papa – hablan los amigos personales de Benedicto XVI


“Humilde, abierto y un amigo leal”
Así es el Papa – hablan los amigos personales de Benedicto XVI

Toda Baviera vive una inmensa alegría, que crece en la medida en que se acerca el momento de la visita del Papa Benedicto XVI a su tierra natal. Pero es especialmente grande la alegría de sus amigos mas cercanos. Algo en los que todos coinciden, inclusive sin haberlo preguntado, es que Benedicto XVI es una persona humilde, que nunca se ha aprovechado de su alta posición en la Iglesia, y ha sido siempre un amigable y disponible vecino, profesor y sacerdote.

“¿Un carro oficial?¿Para qué? ¡Para eso existen los ómnibus del transporte público!”, es así como siempre lo recuerda el sacerdote Wilhelm Gegenfurtner, antiguo vicario general del obispado de Ratisbona, como una persona humilde y descomplicada. El P. Gegenfurtner conoce a Joseph Ratzinger desde la época en que era su profesor en la Universidad. Lo recuerda como un profesor amigable, no especialmente estricto a la hora de sus exámenes, pero siempre con la salas de aula repleta de alumnos oyendo atentos sus conferencias y clases.

Al teléfono con el Papa
 

De este conocerse fue surgiendo y creciendo una gran amistad, por lo que el P. Gegenfurtner ha realizado varias excursiones con los hermanos Ratzinger.

Cada cierto tiempo suena su teléfono, al otro lado de la línea aguarda el secretario del Papa que le dice, “El Santo Padre quisiera hablar con Ud., por favor”. Por eso, no son pocas las anécdotas que nos puede compartir el sacerdote de Ratisbona, destacando siempre la imagen del papa como una persona inteligente y amable. El P. Gegenfurtner atesora especialmente en su corazón las usuales escenas dominicales en la catedral, el Director de orquesta, P. Georg Ratzinger, dirigiendo la música y a los niños cantores, y al lado de la balaustrada, sentados siempre en los mismos lugares, el cardenal Joseph Ratzinger y su hermana Maria.
 

Luego de la Misa íbamos a almorzar, normalmente al restaurant Bischofshof (Patio del Obispo) donde por lo general pedíamos Weisswürste (salsichas blancas) y comenzaban los comentarios sobre la música, “creo que las voces altas entraban un poco tarde” comentaba el cardenal, a lo que su hermano respondía que “de ninguna manera había sido así”.

Gegenfurtner cuenta como se ponía siempre un tanto nervioso cuando le tocaba predicar en la catedral y percibía a lo lejos la inconfundible cabeza canosa del Cardenal en medio de la asamblea, sin embargo nunca sacaba a lucir el poder, inclusive siendo ya entonces el segundo hombre en el Vaticano. “Muchísimas personas tenían una equivocada imagen del Cardenal, pues como cabeza de la Congregación para la Doctrina de la fe, debía jugar un rol siempre crítico” opina el sacerdote, “y no lo percibían como es en realidad, una persona abierta y amable, sonriente y siempre saliendo al encuentro de los demás”.
 

Todo está en su sitio

Maria Baumann es la encargada de la exposición permanente montada en Pentling “Uno de entre nosotros es el Papa”, para la cual debió colectar muchos objetos personales de la casa del entonces Cardenal Ratzinger. “Todo en la casa está tal cual él lo dejó en abril del 2005, parece que hubiese acabado de salir y que va a retornar en cualquier momento”.

Quien la ayudó mucho a la hora de escoger los objetos para la exposición fue el hermano del Santo Padre. Obviamente había algunos objetos sobre los cuales ni él tenía información, de dónde procedía tal cruz pectoral o el significado especial que podía tener alguna escultura para el Papa. Entonces el P. Georg me decía, “Sra. Baumann, creo que lo mejor será llamar y preguntarle a mi hermano”, y cuando era posible y oportuno, pasaban unos minutos y el propio Santo Padre nos ayudaba.

Somos la Familia del Papa

También la familia Richardi sabe de esta humildad y apertura del Papa. Ya desde fines de los años 60 es que comenzó su estrecha amistad, era la época en que Richardi trabajaba como profesor universitario en la misma universidad en la que trabajaba el profesor Ratzinger. “Aquí en Pentling siempre compartido con él una especie de vida familiar” cuenta Margarete Richardi, sin dejar de comentar como esa amistad es la que permitió que fuese Joseph Ratzinger quien casara a sus dos hijas y bautizara a sus nietos, y también quien hace poco celebrara la misa por su 40º aniversario de matrimonio.

Los Richardi cuentan como el Papa se siente muy unido también a los niños de la familia; Margarete recuerda que cuando Sebastian, uno de sus nietos tenía dos años, le decía con la espontaneidad propia de los niños, “Cardenal, ven que te quiero mostrar una cosa”, y unos segundos después estaban los dos arrodillados en el suelo jugando dominó, y todo con una naturalidad y autenticidad de llamar la atención.

Los Richardi son también muy cercanos a Georg Ratzinger. Margarete acostumbra visitarlo casi a diario para leerle los diarios y algunos libros, pues ya el hermano del Papa tiene ciertos problemas de visión. Algunas veces algunos de los niños cantores que dirige le hacen este favor, “pero naturalmente los jóvenes tienen menos paciencia que yo”, dice Margarete.

Recordando a María Ratzinger

Constantemente viene a colación el recuerdo de María, la hermana del Papa. Wolfgang Beinert, quien fuera asistente del profesor Ratzinger y posteriormente su sucesor en la cátedra de dogmática en Ratisbona, que María siempre cumplió con fidelidad y dedicación la promesa que le hiciera a sus padres, de acompañar y velar por sus dos hermanos, y es por ello que se encargó de la oficina del entonces profesor Ratzinger, y siempre se ocupó de administrarle bien la casa. “María Ratzinger –recuerda Beinert- era una mujer sumamente inteligente y una muy acertada consejera de sus hermanos”.

Joseph Ratzinger compartió con ella un grande amor por los animales, en especial por los gatos. “Cierta vez - recuerda Beinert, sin poder contener la risa- un gato del vecindario vino hasta el Cardenal para recibir las acostumbradas caricias. En agradecimiento cazó un ratón en el jardín y se lo trajo. El Cardenal se levantó cogió la presa con la punta de los dedos y salió. Pasó cierto rato hasta que entró nuevamente el Cardenal trayéndonos la cena, y naturalmente nos ofreció algo que no contenía carne”, ríe Beinert.


Fuente: ZDF.de