Casa residencial encargada por Manuel Vicens en el antiguo término municipal de Gràcia, al norte de Barcelona. Se trata de la primera obra importante de Gaudí en la que el arquitecto inicia su primer lenguaje arquitectónico de gran simplicidad constructiva, con el predominio de la línea recta por encima de las curvas. La Casa Vicens está estructurada en cuatro niveles, correspondientes a un sótano para la bodega, dos plantas para la vivienda y un desván destinado al servicio.
Exteriormente, el edificio presenta un cuerpo de piedra vista que hace destacar su parte superior y crece mediante una sabia combinación entre ladrillos y azulejos que recuerda la arquitectura árabe. El resultado final es una obra de aspecto fascinante, en la que el exotismo de las fachadas establece continuidad en el interior (relieves de yeso pintado en los techos, mosaicos romanos en el pavimento y pinturas decorativas en las paredes). Cabe destacar, entre todas estas labores de decoración, tanto las pinturas como el mobiliario del comedor y la sala de fumadores. La perfección en los acabados de estos espacios supuso que la casa tardara más de cinco años en acabarse.
La construcción resultante tenía tres fachadas puesto que la cuarta (una pared medianera sin oberturas) se entregaba a la finca colindante. En su parte superior, una serie de brechas corridas permitían ver las distintas partes del jardín desde cada una de las tres fachadas. En los extremos de cada fachada se hallaba una tribuna y en el balcón de cada una de ellas existen todavía un par de figuras en terracota que representan a dos niños. Las fachadas fueron construidas con muros de piedra mientras que la estructura interior, mucho más ligera, se construyó con bóvedas de ladrillo de plano en el sótano y vigas de madera en los pisos superiores.
Gaudí proyectó un amplio jardín para la parte frontal de la casa, con una cascada y un muro de ladrillo rebozado con el que rodeó toda la propiedad. Desde la calle se accedía a través de una puerta de hierro colado (una parte de la misma se conserva todavía) que una reforma posterior convirtió en verja: presenta un motivo repetido de capullos entre hojas de palmito, la única palmera realmente europea típica del litoral catalán. La hoja de palma fue modelada por Llorenç Matamala, escultor amigo de Gaudí, con el que más tarde colaboraría dirigiendo el taller de escultura de la Sagrada Familia.
La finca ha sido modificada en varias ocasiones, la primera de ellas con motivo de la ampliación de la calle de las Carolines que obligó a derribar el muro de la calle así como un templete, en forma de mirador, existente en el jardín. Dicha ampliación urbanística alteró también el acceso a la casa y la auténtica puerta de entrada se convirtió en una ventana. Paralelamente, la nueva proximidad de la calle con respecto a la vivienda hizo necesario que se añadieran unas rejas que no habían sido diseñadas por Gaudí. La casa fue ampliada posteriormente, entre los años 1925 y 1927, por el arquitecto Joan Baptista Serra de Martínez, quien solicitó el consejo de Gaudí para construir un cuerpo añadido y reformar una parte de la distribución interior.
A consecuencia de esta ampliación desapareció la escalera original (el espacio sobrante se convirtió en sala de estar) y se construyó un cuerpo anexo de proporciones similares e idéntico estilo, facilitando la creación de la cuarta fachada. La intervención de Serra de Martínez se hizo acreedora del premio del Ayuntamiento de Barcelona al edificio más artístico del año 1927. Posteriores intervenciones malograron el jardín que fue desapareciendo entre los años 1946 y 1962 a fin de dar paso a nuevas construcciones.
La Casa Vicens está registrada en el Catálogo del Patrimonio Arquitectónico Histórico-Artístico de la ciudad de Barcelona y, desde el año 1969, está considerada como Monumento histórico-artístico de Interés Nacional. La familia Herrero Jover, propietaria de la casa desde el año 1899, encargó al arquitecto Ignasi Herrero Jover la restauración y rehabilitación de la estructura exterior en el año 1997.