La cara de Cristo creada
por una mano que no pertenece a un hombre
Rusia (Moscú), siglo XVI
Colección de cristiano-bizantino primitivo, Berlín-Dahlem
En la guerra de los iconoclastas (726-843), la cuestión que más apasionó fue saber si era posible representar iconos de Cristo y de Dios Padre, puesto que la Biblia dice: "No harás de ti imagen ni retrato, sea en el cielo o en la tierra".
Hubo que aguardar a la Emperatriz Teodora II para que fuesen permitidos nuevamente los iconos.
En la leyenda popular rusa se dice a propósito de la expresión del rostro de Cristo: "Contempla colérico al pecador, contempla con amistad al que peca menos".
No podría haber una expresión más asombrosa: la cara de Cristo se interpreta normalmente de dos maneras: como el que ayuda y el que exhorta, como amigo y como juez universal.
Esta observación vale tanto para los iconos como para los frescos y las iluminaciones.