Desde los primeros siglos del cristianismo, es factible encontrar un cambio fundamental en el modo de hablar de la imagen y de representarla en el Antiguo Testamento: había una prohibición de pintar de pintar imágenes de Dios para no incurrir en una deformación de la imagen inmaterial y espiritual del dios único y verdadero (Dt. 4, 15-20).
a) Una
primera evolución se registra en algunas formas del arte
primitivo judío-cristiano, tanto en las antiguas iglesias-sinagogas
de Oriente medio como, definitivamente, en las imágenes
de las catacumbas y más tarde en los mosaicos de las
iglesias. Hay incluso una serie de datos que quieren justificar
el culto a las imágenes en el ambiente cristiano, como
la leyenda del Mandylon del Rey Abgar de Edessa o la de la Verónica.
También podemos añadir la Leyenda
de San Lucas, el evangelista, a quien se le atribuyen
muchos cuadros o imágenes de la Virgen tanto en Oriente
como en Occidente.
A cerca de las imágenes de Cristo, especialmente de su
rostro, hay en la antigüedad cristiana una cierta uniformidad
en sus rasgos y un gran parecido con los rasgos del rostro de
Cristo tal como aparece en la Sábana
Santa de Turín.
Durante el tiempo del iconoclasmo se perdieron muchas pinturas
antiguas que querían remontarse al retrato original de
Cristo. Quizá una de las más antiguas y bellas
es un icono de Cristo que se conserva en el monasterio de Santa
Catalina del Sinaí y se remonta la siglo VI.
b) Las primeras manifestaciones iconográficas
en el arte de Occidente las tenemos en las catacumbas, con una
cierta imitación de algunas formas paganas. Orfeo se
convierte en el Buen Pastor, hay escenas del A.T., se pintan
escenas evangélicas e imágenes simbólicas
como el pez, el áncora, la cruz, la paloma, el pavo real,
signo de la inmortalidad. Hay rostros de Cristo, de la virgen
y de algunos santos, imágenes de orantes y de la cena
eucarística.
De las paredes de las catacumbas se pasa a los bajorelieves
y sarcófagos, donde van apareciendo las principales escenas
evangélicas tradicionales: adoración de los magos,
resurrección de Lázaro, la ascensión, etc.
Todas estas imágenes están representadas con bastante
perfección en el siglo VI.
Por la constancia en los detalles de ciertas representaciones
se ve como se va fijando una escena, a modo de canon o forma
tradicional de representar los misterios con una cierta uniformidad
que ha permanecido en Oriente y en parte en los lugares de Occidente
que han recogido esta tradición: San marcos de Venecia,
Monreal en Sicilia, la capilla Palatina de Palermo, etc.
c) A partir del siglo VI la iconografía conoce
en Oriente y en Occidente una gran época de esplendor
que se manifiesta en la integración del arte con la liturgia,
en la construcción y adorno de las basílicas,
entre ellas la más hermosa que fue de Santa Sofía
en Constantinopla.
d) Una lucha encarnizada contra las imágenes que
dura casi 120 años turba en oriente la paz eclesial.
En el año 725 el emperador cesaropapista León
III el Isáurico condena el uso de las imágenes
en la Iglesia con el pretexto de que se puede caer en el error
de la idolatría. En el año 729 se desencadena
la lucha popular, capitaneada por los mojes, partidarios de
la veneración de imágenes y de la tradición.
El concilio de Nicea II, año 787, clarifica la doctrina
y justifica la iconografía y la veneración de
las imágenes apelándose al hecho de la Encarnación,
al servicio religioso de los fieles que necesitan contemplar
los misterios, al sentido de la veneración de los imágenes
con una referencia directa a las personas que representan tales
imágenes, de tal manera que su contemplación lleve
a la imitación de los modelos. La lucha solo se calmó,
en el año 843 con un edicto de la Emperatriz Teodora,
que sanciona el triunfo de la doctrina conciliar.
e) El triunfo de la Ortodoxia renueva el fervor por las
imágenes en oriente. Todo el medio oriente ortodoxo deja,
a través de los siglos, ejemplares estupendos de su arte
en las iglesias-grutas de Capadocia, en los templos adornados
con bellos y esplendorosos mosaicos, en las paredes de los monasterios,
en los iconostasios de las iglesias. Con la extensión
del cristianismo oriental por toda la parte de los Balcanes
y en Rusia, a partir del siglo IX, tendremos de nuevo una posibilidad
de ramificación de este arte con la creación de
varios tipos y escuelas de iconografía oriental.
A partir del siglo XVII la iconografía en el oriente
Medio y en Rusia conoce la decadencia de la imitación
de las formas occidentales, casi con un cierto complejo de inferioridad
del arte clásico bizantino y ruso.
En occidente tenemos una continuidad tradicional con la iconografía
oriental en los primitivos pintores italianos, en el románico
catalán, etc. poco a poco se va desintegrando este arte
hasta llegar al renacimiento que se aparta de la imagen teológica
de oriente en aras de una imitación naturalista de los
episodios. hay en esto algunos valores, pero también
algunos defectos fundamentales, el Arte sagrado se desgaja de
la tradición y de la teología, con perjuicio del
arte y de su reflejo en la profesión de la fe de los
cristianos.