Las distintas
fases de fabricación de un icono variaban de una a
otra región, por lo que esbozaremos solamente los rasgos
más sobresalientes de tal fabricación.
La mayoría del
tiempo se usaban como soporte unas planchitas de madera pobre
en resina, por lo general de gran formato para los iconos
destinados a la veneración particular, pero mayores
si se trataba de paneles para iglesias y monasterios.
Una vez totalmente seca,
la madera se tensaba por medio de tablitas largas y muy delgadas
fijadas al dorso de la planchita para evitar el abombamiento
que hubiera podido provocar unas resquebraduras. En los iconos
rusos, a menudo se ahuecaba un poco el campo de la imagen
para dar la impresión de un marco.
Tras suprimir las asperezas
de la madera, se cubría con cola la planchita y encima
se extendía un pedazo de tela de lino. Ahora, era preciso
oponer la capa de imprimacion sobre el campo de la imagen
y fijar una hoja de oro laminado.
Después de ejecutar
estos preparativos onerosos, empezaba el verdadero trabajo
de composición. Se trazaban los contornos de los personajes
y los objetos, a menudo con ayuda de patronos. Luego, se recubrían
estos con varias capas sucesivas de colores.
Se trataba de colores al temple, a base de pigmentos naturales
extraídos de minerales, plantas o diferentes clases
de tierra, mientras las yemas de huevo servían de ligazón.