En un conmovedor mensaje leído durante el funeral de Sor Lucía en la Catedral de Coimbra, el Papa Juan Pablo II expresó su cercanía y unión espiritual con la última testigo de la aparición de la Virgen de Fátima, y afirmó que “siempre me he sentido sostenido por el don cotidiano de su oración”.
En su carta –enviada al Obispo de Coimbra, Mons. Albino Cleto–, el Santo Padre afirmó que “me sentí siempre apoyado por el don diario de sus oraciones, especialmente en los momentos más difíciles de las pruebas y el sufrimiento”.
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“Recuerdo con emoción nuestras reuniones y los lazos de amistad espiritual que se intensificaron a lo largo del tiempo”, manifestó el Papa y agregó que “Sor Lucía nos deja un ejemplo de gran fidelidad al Señor y de adhesión gozosa a su voluntad divina”.
“La visita de la Virgen María que recibió la pequeña Lucía en Fátima junto con sus primos Francisco y Jacinta en 1917, fue para ella el inicio de una misión singular a la que se mantuvo fiel hasta el final de sus días”, añadió el Pontífice.
Más adelante, el Santo Padre afirmó que “me gusta imaginar que quien ha acogido a Sor Lucía en su paso de la tierra al cielo haya sido precisamente Aquella a quien vio en Fátima hace tantos años. Que la Virgen Santísima acompañe el alma de esta hija suya devota al encuentro bienaventurado con el Esposo divino”.
“Que el Señor la recompense ampliamente por el servicio grande y humilde que ha prestado a la Iglesia”, agregó el Papa.
Juan Pablo II se reunió con Sor Lucía en tres ocasiones, los 13 de mayo de 1982, 1991 y 2000. El primer encuentro tuvo lugar exactamente un año después del atentado que sufrió el Papa en la Plaza de San Pedro. En aquella ocasión, el Papa fue a Fátima para dar gracias a la Virgen por haberle salvado y quiso que la bala que había quedado en el jeep después del atentado fuese engarzada en la corona de la imagen de la Virgen de Fátima como signo de gratitud. El segundo encuentro, en 1991, tuvo lugar en el décimo aniversario del atentado.