El 14 de febrero de 1519 llegó al actual México la imagen de la Virgen de los Remedios, la primera advocación mariana en ser venerada en este país.
La imagen fue llevada a América por el conquistador español Juan Rodríguez de Villafuerte, con la confianza en que Santa María, en su advocación de Virgen de los Remedios, lo cuidaría en las batallas que habría de librar.
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La imagen de la Virgen de los Remedios estuvo presente además en la primera Misa celebrada en el territorio continental del actual México, el 17 de marzo de 1519, por el fraile mercedario Bartolomé Olmedo, en lo que días después se llamaría la villa de Santa María de la Victoria en el estado de Tabasco.
En esa celebración se bautizó además a 20 indígenas, entre ellos Malintzin, a quien se puso por nombre Marina, conocida como "la Malinche".
Al llegar a Tenochtiltlán, la actual Ciudad de México, a fines de 1519, Hernán Cortés ordenó a Rodríguez de Villafuerte que reemplazara el ídolo de Huitzilopochtli, ante el que se realizaban sacrificios humanos, por la imagen de la Virgen de los Remedios.
Ahí permaneció por algunas semanas hasta "la noche triste", como se conoce a la noche del 30 de junio de 1520, en que los aztecas expulsaron de Tenochtiltlán a las tropas españolas.
Durante la huida española, la imagen quedó escondida en un maguey y no fue encontrada hasta 1540 por el cacique indígena Juan de Águila.
Luego se construyó una ermita para la Virgen que hoy es la Basílica de Nuestra Señora de los Remedios, en la Arquidiócesis de Tlanepantla, a 18 kilómetros al norte de Ciudad de México.