El Día Internacional de las Viudas, que se conmemora cada 23 de junio, es una fecha que busca poner el foco sobre los derechos y las necesidades de aquellas mujeres que han quedado desamparadas tras la muerte de sus maridos.
Existen distintos pasajes de la Biblia que ponen el foco en la mirada que Dios tiene sobre ellas, y pueden ofrecer consuelo y esperanza ante el dolor por la pérdida de la persona amada.
En el libro del Deuteronomio, del Antiguo Testamento, se observa cómo Dios pone especial predilección en las viudas: “Porque el Señor, su Dios, es el Dios de los dioses y el Señor de los señores, el Dios grande, valeroso y temible, que no hace acepción de personas ni se deja sobornar. Él hace justicia al huérfano y a la viuda, ama al extranjero y le da ropa y alimento (Dt 10,18).
Extranjeros, huérfanos y viudas ocupan un sitio especial en el corazón de Dios. Así lo marca el siguiente pasaje: “Maldito sea el que menosprecia a su padre o a su madre. Y todo el pueblo responderá: Amén. Maldito sea el que desplaza los límites de la propiedad de su vecino. Y todo el pueblo responderá: Amén. Maldito sea el que aparta a un ciego del camino. Y todo el pueblo responderá: Amén. Maldito sea el que conculca el derecho del extranjero, del huérfano o de la viuda. Y todo el pueblo responderá. Amén (Dt 27,16-19)
En el libro de Isaías también aparece un llamado a defender a la viuda: “¡Lávense, purifíquense, aparten de mi vista la maldad de sus acciones! ¡Cesen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien! ¡Busquen el derecho, socorran al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan a la viuda!” (Is 1,17).
Dios derrama especial misericordia sobre las viudas en su condición de sufrientes, como lo demuestra el libro de Zacarías: “Así habla el Señor de los ejércitos: Hagan justicia de verdad, practiquen mutuamente la fidelidad y la misericordia. No opriman a la viuda ni al huérfano, al extranjero ni al pobre, y no piensen en hacerse mal unos a otros (Zac 7,10).