El Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández, diserta en su última carta semanal sobre la importancia de vivir la sexualidad como un don de Dios porque "la sexualidad es buena, la castidad la hace preciosa".
Por eso, añade, "vale la pena trabajar por el autodominio, por el respeto al otro".
El prelado propone a San Pelagio, patrono del seminario diocesano, como ejemplo de ejercicio martirial de la castidad, "virtud que no ha estado nunca de moda y menos en nuestros días".
Este santo era sobrino de Hermoigio, Obispo de Tuy, en el noroeste de España. Ambos fueron capturados por las tropas de Abderramán III en la batalla de Valdejunquera el año 920, a 25 kilómetros de Pamplona.
Luego de tres años de presidio, el prelado fue liberado, pero no así Pelagio, a quien, al parecer, el Califa de Córdoba proponía tener contactos sexuales a cambio de riquezas, si además renunciaba a su fe.
Pelagio rechazó las propuestas apóstatas y deshonestas de Abderramán III, lo que le valió un martirio terrible: fue desmembrado y arrojado al río Guadalquivir en 925.