El Obispo de Buenaventura (Colombia), Mons. Rubén Darío Jaramillo, reafirmó la voluntad de la Iglesia de seguir colaborando con el logro de la paz en esta ciudad portuaria y expresó su confianza en que para la primera semana de julio se pueda instalar la mesa de negociaciones.
Buenaventura, ubicada en la costa Pacífico, ha vivido asolada los últimos años a causa de los enfrentamientos entre las bandas criminales de Los Shottas y Los Espartanos por el control de la ciudad.
Pero en septiembre de 2022 ambos grupos manifestaron su intención de acogerse al plan de Paz Total del gobierno de Gustavo Petro, para lo cual en octubre acordaron una tregua -con la intermediación de la Iglesia- que llevó a una paulatina disminución del número de asesinatos, hasta llegar a cero muertos hacia finales de año.
Este nuevo escenario hizo que medios y autoridades calificaran a Buenaventura como un "laboratorio de la paz" para otros acuerdos con bandas armadas que no gozarían del estatus político, como es el caso del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Sin embargo, en las últimas semanas los actos violentos han vuelto a la ciudad. De acuerdo a la prensa local, esto sería consecuencia de la desaparición el 9 de abril de alias Super, quien formaba parte de Los Shottas. Pese a ello, la oficina del Alto Comisionado para la Paz aseguró a finales de ese mes que ambas agrupaciones habían renovado su Pacto por la Vida.
En declaraciones difundidas el 19 de junio por la agencia Infobae, Mons. Jaramillo explicó que el problema en Buenaventura se origina en "la falta de gobernanza y de institucionalidad", pues en los barrios son las bandas las que mandan.