Cada 21 de junio se celebra a San Luis Gonzaga, patrono de la juventud cristiana y de los enfermos de Sida, quien antes de morir le escribió una emotiva carta a su madre para consolarla y alentarla a mantener la esperanza.
En 1591, una violenta epidemia de fiebre azotó la ciudad de Roma. El joven Luis, religioso de la Compañía de Jesús, se puso a servir a los enfermos. A pesar de haber crecido en medio de la nobleza europea y con un prometedor futuro, decidió mendigar limosna para los afectados y atender a los moribundos.
Cierto día encontró un enfermo en la calle, lo puso sobre sus hombros y lo llevó al hospital. Terminó contagiándose y al final quedó con una fiebre intermitente que lo debilitó mucho.
En estas circunstancias recibió una carta de su mamá, la marquesa Marta Tana Santena, conocida como “Doña Norta”. Ella estuvo a punto de morir antes de que el santo naciera y lo consagró a la Virgen. Asimismo, fue quien más lo apoyó en su vocación.
Se cuenta que un día Doña Norta veía a sus pequeños mientras oraba y dijo: “Si Dios se dignase escoger a uno de vosotros para su servicio, ‘¡qué dichosa sería yo!’”. Luis se le acercó al oído y le dijo: “Yo seré el que Dios escogerá”.
Al recibir la misiva, el buen hijo no dudó en responder a su devota madre. En el texto, se refirió a ella con mucho respeto y la llamó con cariño “ilustre señora”.