REDACCION CENTRAL,
Han pasado cuatro meses desde el 6 de febrero, cuando la tierra tembló en el norte de Siria y el sur de Turquía, causando inmensos daños tanto materiales como humanos.
Según el último comunicado del Ministerio del Interior de Turquía, difundido el 6 de abril, 50.399 personas perdieron la vida y, según AFP, otras 6.000 personas fallecieron en Siria, nación que también fue afectada por el sismo.
La ciudad turca de Iskenderun, sede del Vicariato Apostólico de Anatolia, resultó gravemente afectada y la Catedral de la Anunciación se derrumbó. Sólo el campanario y la abadía permanecen en medio de los escombros. Las piedras del edificio todavía están esparcidas por el suelo entre los restos de las paredes.
Muchas carreteras siguen cerradas, al igual que las iglesias. Sólo la iglesia melquita sigue en pie y está habilitada para el culto.
La vida, sin embargo, se ha reanudado de a pocos y todos los días se celebra una Misa en el salón de reuniones del Vicariato de Anatolia, que se salvó del terremoto.
Cáritas Anatolia, cuya sede se encuentra dentro del Vicariato, continúa distribuyendo aproximadamente 400 paquetes de alimentos cada semana a las víctimas que permanecen en el lugar.