La Conferencia Episcopal Portuguesa (CEP) lamenta la legalización de la eutanasia y el suicidio asistido, y señala que con ello "la vida humana queda desprotegida y sufre un grave atentado a su valor y dignidad".
El Parlamento portugués aprobó el 12 de mayo la ley que despenaliza la eutanasia, con 129 votos a favor, 81 en contra y una abstención, del total de 230 diputados.
Durante los años que duró el debate nacional sobre la eutanasia hubo dos vetos del Tribunal Constitucional y dos del presidente Marcelo Rebelo de Sousa, el último de los cuales recayó sobre el proyecto de ley que el viernes fue ratificado por el Congreso.
En ese sentido, al ser un texto confirmado por el Parlamento, De Sousa no tuvo otra opción que promulgarlo el 16 de mayo, siguiendo el mandato de la Constitución.
La ley establece que las personas mayores de 18 años podrán solicitar la muerte asistida si padecen una enfermedad terminal y dolores "duraderos" e "intolerables". La eutanasia será permitida sólo en casos de que "el suicidio médicamente asistido resulte imposible debido a la incapacidad física del paciente".
"Como hemos reafirmado en varias ocasiones a lo largo del proceso legislativo que ahora llega a su fin, con la legalización de la eutanasia se quebranta el principio fundamental de la inviolabilidad de la vida humana y se abren peligrosas puertas para una ampliación de las situaciones en las que se puede pedir muerte asistida", expresan los obispos en un comunicado publicado el 16 de mayo.