REDACCION CENTRAL,
Casi tres décadas después del genocidio de Ruanda en el que murieron unas 800.000 personas, las heridas aún están abiertas y aún queda mucho por hacer para lograr el perdón de quienes siguen heridos.
El P. Thegene Ngoboka, director de la Comisión de Justicia y Paz de la Diócesis de Cyangugu, es voluntario en la prisión de Rusizi, donde predica la Palabra a los presos en busca del perdón de las familias de las víctimas del genocidio ocurrido hace 29 años.
En su ministerio carcelario, el P. Ngoboka ha observado que el perdón es un trabajo extremadamente duro ya que algunas familias aún tienen que aceptar su pérdida desde los eventos de 1994.
"Las heridas siguen tiernas, incluso 29 años después. Algunas personas no quieren abrir las heridas cuando empiezan a sanar", dijo el P. Ngoboka en un informe publicado el 2 de mayo por la fundación pontificia, Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN).
En el informe, ACN recuerda que durante el genocidio, que sacudió al país durante 100 días, Ruanda, el territorio fue "casi transformado en un matadero".
"Hubo situaciones brutales de violencia étnica. De la violencia hutu contra los tutsis. Hubo alrededor de 1 millón de muertos. Aún hoy, 29 años después, cientos de personas en prisión han sido condenadas por las masacres", sostuvo ACN.