"Las imágenes se cuentan como se pueden contar las semillas, pero la cosecha se levanta sin ruido, a su tiempo, a veces se ve, a veces no; es cosa de Dios. Uno siembra y es feliz", agrega.
En cuanto a los frutos, el sacerdote aclara: "Es un honor estar en las cosas de Nuestra Señora. Ella nos lleva a Jesús y Él es la vida. El bien que se ha hecho es gracias a Jesús y María".
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"Un logro grande ha sido que el apostolado no tiene fronteras. La imagen está donde hay trabajo humano: hospitales, centros deportivos, cárceles, escuelas, también familias", enumera.
"Mi mayor sorpresa en este camino fue la bendición que el Papa Francisco hizo de unas imágenes que enviamos a las cárceles chilenas cuando visitó nuestro país", recuerda el P. Álamos.
"Soñamos con promover la piedad popular en el mundo. Quizás el camino sea ir formando equipos de trabajo en diferentes países. Aunque nuestro mayor tesoro está en la Eucaristía, la piedad popular ha sostenido muchas veces la fe de los pueblos", considera.