Los obispos de las diócesis de Tacna (Perú) y Arica (Chile), pidieron a las autoridades de ambos países buscar una solución dialogada a la crisis migratoria que en estos días ocurre en la frontera.
Desde hace dos semanas cientos de migrantes –la mayoría venezolanos, pero también colombianos y haitianos–, intentan salir de Chile debido al endurecimiento de sus políticas migratorias, e ingresar al Perú. Los extranjeros afirman que su objetivo final es volver a sus países de origen.
Sin embargo, según el ministro de Interior del Perú, Vicente Romero, sólo están siendo aceptados quienes presentan su carnet de extranjería, visa y pasaporte. El resto se ha quedado en el límite entre ambos países, soportando las inclemencias climáticas del desierto y protagonizando enfrentamientos con los policías.
Ante ello, el gobierno peruano declaró la semana pasada el estado de emergencia en la mayoría de sus pasos fronterizos, con el fin de que las Fuerzas Armadas apoyen a la Policía. Por su parte, el gobierno chileno ordenó la militarización de su frontera norte en el mes de febrero, para evitar la entrada irregular de más migrantes.
En un comunicado emitido el 29 de abril, el Obispo de Tacna y Moquegua, Mons. Marco Cortez; y el Obispo de Arica, Mons. Moisés Atisha, lamentaron los enfrentamientos en la frontera y reiteraron su pedido para que, con "el diálogo sincero entre todas las partes involucradas", se halle una solución para los migrantes, entre quienes hay familias con niños y personas mayores.
Los prelados señalaron que "todos estamos de acuerdo que el fenómeno migratorio debe ser regulado por las autoridades pertinentes", pero ello "no es sinónimo de prohibir o considerar a dichas personas como un mal para la sociedad".