Además, el Papa Francisco afirmó que es necesario comenzar "una reflexión eclesial --sinodal, que debemos hacer todos juntos para actualizar la vida pastoral--, sin conformarse con repetir el pasado y sin tener miedo a reconfigurar la parroquia en el territorio, sino haciendo de la evangelización una prioridad e iniciando una colaboración activa entre sacerdotes, catequistas, agentes de pastoral y profesores".
Para ello, el Santo Padre animó a los religiosos a "no detenerse" y a buscar "las formas posibles para colaborar con alegría en la causa del Evangelio y lleven adelante juntos, cada uno con su propio carisma, la pastoral como anuncio kerigmático".
Más tarde, el Pontífice lamentó cuando existen divisiones y recordó que "la primera pastoral es el testimonio de comunión, porque Dios es comunión y está presente ahí donde hay caridad fraterna".
"Superemos las divisiones humanas para trabajar juntos en la viña del Señor. Sumerjámonos en el espíritu del Evangelio, arraiguémonos en la oración, especialmente en la adoración y en la escucha de la Palabra de Dios, cultivemos la formación permanente, la fraternidad, la cercanía y la atención a los demás".
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Poniendo como ejemplo al beato húngaro János Brenner, "bárbaramente asesinado con tan sólo 26 años", el Papa Francisco pidió a los sacerdotes tener "una mirada misericordiosa".
"Esto se nos pide a todos, especialmente a los sacerdotes, una mirada misericordiosa, un corazón compasivo, que perdona siempre, siempre, que ayuda a recomenzar, que acoge y no juzga, anima y no critica, sirve y no murmura".
Por último, el Papa recordó también a San Esteban (primer rey de Hungría), "el primero en confiar la nación a la Madre de Dios, que fue un intrépido evangelizador y fundador de monasterios y abadías, sabía también escuchar y dialogar con todos y ocuparse de los pobres; por ellos bajó los impuestos e iba a dar limosna disfrazado para no ser reconocido".
"Esta es la Iglesia que debemos soñar, capaz de escucha recíproca, de diálogo, de atención a los más débiles; acogedora para con todos y valiente para llevar a cada uno la profecía del Evangelio".
"Sean acogedores, sean testigos de la profecía del Evangelio, pero sobre todo sean mujeres y hombres de oración, porque la historia y el futuro dependen de ello. Les doy las gracias por su fe y su fidelidad, por todo lo bueno que tienen y que hacen", señaló el Santo Padre.
También, aseguró que "no puedo olvidar el testimonio valiente y paciente de las hermanas húngaras de la Sociedad de Jesús, a las que conocí en Argentina, después de que abandonaran Hungría durante la persecución religiosa".