El dictador de Nicaragua, Daniel Ortega, volvió a atacar a la Iglesia Católica y llamó "demonios" a los obispos, en una alocución de más de una hora y 20 minutos, el 19 de abril.
"Los señores obispos dando golpes de Estado, tranquilamente con su firma ahí, con sus nombres completos. No hubo un solo obispo que no firmara, todos firmaron, hasta los que lucían más moderados", afirmó Ortega en un extenso mensaje a los nicaragüenses, al declarar el 19 de abril como el "Día de la Paz".
Aunque no dijo exactamente a qué se refería, el dictador podría haber aludido a la carta de 16 páginas que los obispos de Nicaragua le enviaron en 2014, en la que le pedían sostener un "diálogo nacional", así como trabajar para un proceso electoral transparente. Los prelados también le recordaron a Ortega que "los años pasan y nadie es eterno", lo que el dictador consideró como un "ultimátum".
"¿Quién le ha dado ese poder a la Iglesia? ¿Quién le ha dado ese poder a los obispos, de quitar y poner gobiernos? Y el Vaticano está enterado de todo eso, y por eso lo consentían y alentaban, porque en el Vaticano también hay corrientes", señaló Ortega.
"Hay corrientes que son totalmente tan… con el alma llena de veneno. Tienen al demonio en el corazón, son el demonio caminando, y para colmo el demonio con la cruz, imagínense, en el pecho. ¡Qué sacrilegio!", continuó el dictador, quien se presentó con su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo.
"¡Es un pecado, un sacrilegio, que esos demonios anden con la cruz en el pecho! Y con esa cruz querer manipular y querer ensangrentar, y querer quitar gobiernos", indicó Ortega.