La Semana Santa comenzó en Tierra Santa con la tradicional procesión y Misa de Domingo de Ramos en la Basílica del Santo Sepulcro, presidida por el Patriarca Latino de Jerusalén, Mons. Pierbattista Pizzaballa, junto a 170 concelebrantes de diversas nacionalidades, además de una multitud de fieles, peregrinos y religiosos.
Mons. Pierbattista Pizzaballa dio la bendición a las palmas procedentes de Jericó y a las ramas de los olivos del convento franciscano de San Salvador, que fueron entregadas a los peregrinos que asistieron al evento.
El Domingo de Ramos recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén sobre un asno, cuando la gente se conmovía y gritaba: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
En la Basílica del Santo Sepulcro se acostumbra a dar tres vueltas alrededor del lugar donde Jesús resucitó, número que recuerda los días transcurridos entre la muerte y la resurrección de Cristo.
En la tarde, las celebraciones cambiaron de lugar al Monte de los Olivos, con personas de diferentes nacionalidades rezando, alabando y cantando a Dios en cada uno de sus idiomas.
Otra procesión por Domingo de Ramos fue la que comenzó en la iglesia de Betfagé y terminó en la iglesia de Santa Ana, al lado de la Puerta de los Leones.