REDACCION CENTRAL,
El P. Luis Melquiades, párroco en un pequeño municipio llamado Mercedes de Oriente, en el suroeste de Honduras, habla con tristeza sobre el abandono que sufrió de adolescente por parte de su padre, cuando éste decidió migrar en busca de trabajo.
"Mi papá se fue para Estados Unidos cuando yo tenía 14, debido a la necesidad y a la situación de pobreza. Yo lo juzgué siempre, hasta que comprendí por qué se había ido", compartió durante una entrevista concedida a ACI Prensa hace unos días.
El P. Melquiades, de 33 años, párroco de la iglesia San Antonio de Padua, en el departamento de La Paz, cuenta que para sus 10 hermanos –muchos de los cuales no conocieron a su padre– "el efecto fue devastador".
P. Luis Melquiades. Crédito. Diego López Marina - ACI Prensa.
"Un día, cuando él regresó, a mis hermanos les costó mucho acercarse, porque no lo conocían. Hasta ese momento él sólo enviaba dinero para que nosotros estudiáramos", lamentó.
El caso del presbítero es sólo una de las tantas historias de desintegración familiar que ocurren a diario en Honduras, país de Centroamérica en el que se verifica el origen, tránsito y retorno de migrantes.