Puedes estudiar toda la teología que quieras, puedes estudiar la Biblia y todo eso y volverte ateo o mundano, no es cuestión de estudios; ¡en la historia ha habido muchos teólogos ateos! Estudiar es útil, pero no genera la vida nueva de la gracia. De hecho, como dice San Ignacio de Loyola: "No es el mucho saber el que sacia y satisface el alma, sino el sentir y gustar interiormente las cosas". Son las cosas las que te cambian por dentro, las que te hacen conocer otra cosa, gustar otra cosa. Cada uno de nosotros piensa en esto: "¿Soy una persona religiosa?". -"Sí" -"¿Rezo?" -"Sí" -"¿Intento cumplir los mandamientos?"- "Sí" - "Pero ¿dónde está Jesús en tu vida?" -"Ah, no, yo hago las cosas que manda la Iglesia". Pero, ¿dónde está Jesús? ¿Has conocido a Jesús, has hablado con Jesús? ¿Tomas el Evangelio o hablas con Jesús, recuerdas quién es Jesús?
Y esto es algo que se nos escapa tantas veces, un cristianismo no digo sin Jesús sino con un Jesús abstracto... Cuando Jesús entra en tu vida, como entró en la vida de Pablo, Jesús entra y lo cambia todo. Tantas veces hemos oído comentarios sobre personas: 'Pero mira aquel otro, que era un desgraciado y ahora es un hombre bueno, una mujer buena... ¿Quién lo cambió? Jesús, encontró a Jesús. ¿Ha cambiado tu vida de cristiano? "Y no, más o menos, sí…". Si Jesús no entró en tu vida, no cambió. Sólo puedes ser cristiano por fuera. No, tiene que entrar Jesús y eso te cambia y eso le pasó a Pablo. Tienes que encontrar a Jesus y por eso Pablo dijo que el amor de Cristo nos impulsa, lo que te impulsa a seguir adelante. El mismo cambio le ocurrió a todos los santos, que cuando encontraron a Jesús siguieron adelante.
Podemos seguir reflexionando sobre el cambio que se produce en Pablo, que pasó de perseguidor a apóstol de Cristo. Observamos que se da en él una especie de paradoja: en efecto, mientras se considera justo ante Dios, entonces se siente autorizado a perseguir, a detener, incluso a matar, como en el caso de Esteban; pero cuando, iluminado por el Señor resucitado, descubre que ha sido "un blasfemo y un violento" (cf. 1Tim 1,13), -así dice de sí mismo: "He sido un blasfemo y un violento"-, entonces comienza a ser verdaderamente capaz de amar.
Y éste es el camino. Si uno de nosotros dice: 'Ah gracias, Señor, porqe soy una buena persona, hago cosas buenas, no cometo grandes pecados': éste no es un buen camino, éste es un camino de autosuficiencia, éste es un camino que no te justifica, te hace un católico elegante, pero un católico elegante no es un católico santo, es elegante. El verdadero católico, el verdadero cristiano es el que recibe a Jesús dentro, el que cambia el corazón. Esta es la pregunta que os hago hoy a todos: ¿qué significa Jesús para mí? ¿Le he dejado entrar en mi corazón, o sólo le tengo cerca, pero no entro tanto? ¿Me he dejado cambiar por Él? O Jesús es sólo una idea, una teología que sigue.