El tercer día, indicó el P. Awesuhm, llegaron a un campamento en el bosque, donde permanecieron durante un mes y cinco días.
"No se nos permitió bañarnos durante nuestro cautiverio. Teníamos que orinar y defecar en la choza. Olíamos a cadáveres y la choza olía a morgue", lamentó el presbítero.
Según el P. Awesuhm, el grupo fue torturado y amenazado de muerte si no se pagaba un rescate de 50 millones de nairas (unos 120.000 dólares).
"Se hizo un llamado a nuestras familias para que paguen el rescate a cambio de nuestras vidas. Nuestras familias suplicaron y negociaron con nuestros secuestradores, hasta que finalmente aceptaron la suma de siete millones de nairas (17.000 dólares)", agregó.
El sacerdote explica que tres feligreses trataron de liberarlos de los secuestradores, pero fueron asesinados a sangre fría en el intento.
"¡Fue muy doloroso! ¡En este punto, me sentí impotente, sin esperanza, inútil e inquieto! Anhelaba urgentemente que la muerte me llevara, mientras la escena de los asesinatos seguía jugando en mi cabeza. No podía orar por el shock en el que estaba. Cada vez que abría la boca para orar, las palabras me fallaban. Todo lo que pude decir fue 'Señor, ten piedad'", continuó.
El P. Awesuhm indicó que, finalmente, sus familias pudieron pagar el rescate y los liberaron.
"Escapé por poco de la muerte. Sé de tantos sacerdotes secuestrados antes y después de mí que fueron asesinados incluso después de pagar un rescate", lamentó.
El sacerdote católico aseguró que, tras este evento, quedó traumatizado y tuvo que someterse a tratamiento psicológico y consejería.
"Hoy sigo escondido, por razones de seguridad, y para recuperarme por completo. El amor que recibí y experimenté de mi familia, amigos, y especialmente de la Iglesia, fue enorme", afirmó.
Según el presbítero, "los ataques de fulani se han vuelto muy comunes en el estado de Kaduna. Por lo tanto, hago un llamado a la comunidad internacional para que venga a rescatarnos".
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