VATICANO,
Al continuar con su viaje apostólico en África, el Papa Francisco explicó a obispos, sacerdotes, seminaristas, consagrados y consagradas "qué significa ser ministros de Dios en una historia marcada por la guerra, el odio, la violencia y la pobreza".
"Les deseo, queridos hermanos y hermanas, que sean siempre pastores y testigos generosos, cuyas armas son solo la oración y la caridad, que se dejan sorprender dócilmente por la gracia de Dios y son instrumentos de salvación para los demás; profetas de cercanía que acompañan al pueblo, intercesores con los brazos alzados", manifestó el Santo Padre este 4 de febrero en la Catedral de Santa Teresa en Yuba, Sudán del Sur.
En su discurso, el Pontífice recordó el retiro espiritual en 2019, en el que líderes políticos fueron invitados al Vaticano "para que, por medio de la oración, acogieran en sus corazones la firme resolución de trabajar por la reconciliación y la fraternidad en el país".
En aquella ocasión, el Santo Padre se arrodilló y besó los pies de algunos de ellos para solicitarles trabajar a favor de la paz.
Luego, el Papa Francisco evocó la historia de liberación y salvación de Moisés, extrayendo de allí algunos consejos concretos para la actividad pastoral de la Iglesia.
En primer lugar, el Santo Padre señaló que "nuestra obra viene de Dios. Él es el Señor y nosotros estamos llamados a ser dóciles instrumentos en sus manos", por lo que advirtió que existe el peligro de pensar que "nosotros somos el centro, que podemos confiar -si no en teoría, al menos en la práctica- casi exclusivamente en nuestras propias habilidades".