La mujer, continuó el obispo, "viene conmigo, me platica esta historia. Y obviamente, pues, yo no la voy a condenar -quién soy yo para condenarla-, yo no la voy a regañar, yo no la voy a apedrear. Fue algo que ella sintió en su corazón, que ella hizo, que no me pidió permiso para hacerlo. Yo lo que hice, pues, simplemente fue abrazar y acoger".
"Entonces, vamos a ver: una hostia en el piso, cuando no hay nada, ni nadie. Se supone que pudiera estar consagrada, mas no se sabe, porque la descubrió en el momento. Ella supone, o en su corazón cree, que pudiera estar consagrada y es cuando ella se acerca, se arrodilla, la levanta, la comulga, etcétera", continuó.
"Ella tiene que vivir su reconciliación con Dios de otra forma, no sacramental, porque no puede recibir la absolución por el segundo matrimonio que vive. El arrepentimiento se vive en el corazón. Ya sea en el sacramento que se recibe, como los que no pueden confesarse, porque el núcleo del sacramento es la contrición, que es el arrepentimiento del corazón, el dolor del corazón por distanciarse de Él".
El Prelado mexicano aseguró que "fui formado en la apuesta del amor de Dios, yo fui formado en la apuesta que hace Dios al amor. Y me he empeñado toda mi vida sacerdotal en vivir de esa manera, en vivir conforme a esa apuesta de Dios por el amor".
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"Yo la recibo, yo la abrazo. Si tú crees que fue una gracia de Dios recibida en tu corazón, pues ahí déjala. Yo no estoy diciéndole: sí, ahora vete a comulgar todos los domingos, pásale a la fila a comulgar. ¿Dónde dice mi relato que yo estoy a favor de eso? ¿Dónde dice que le di permiso? Yo lo que digo es: así es Dios, así ama Dios", expresó.
"¿Cómo yo voy a saber lo que cada persona interpreta del texto? Y así como puede dejar sentimientos positivos y de comprensión, a las personas que se consideran pecadoras, lejanas de la Iglesia, que no se acercan a comulgar por una u otra razón, y que les deja una cierta alegría, a otros les puede provocar los sentimientos contrarios", dijo.
"Es una interpretación lo que cada uno hace de la historia", añadió.
El obispo mexicano aseguró también que "Dios sale al encuentro de todas las personas buenas o malas, en cualquier condición, como lo dice Gaudete et exsultate", la exhortación apostólica del Papa Francisco sobre el llamado a la santidad publicada en 2018.
"Si nosotros como sacerdotes, como Iglesia, como cristianos, descuidamos a muchas personas, a los que viven remotamente alejados del Señor, Dios no se olvida de nadie. Dios se acerca y, a su modo, entra en contacto con el corazón de las personas. Sin violar doctrinas, sin violar principios. Sin violar nada".
Al concluir, Mons. Miranda Guardiola aseguró que "el Señor tiene sus caminos, que no rompen reglas, pero sí toca el corazón de cada ser humano provocando conversión, provocando el amor, provocando la unión con Dios".