BERNA,
Hacia el final del extenso y enérgico discurso que pronunció ante los miles de jóvenes católicos suizos que participaban de su encuentro nacional en el Palacio de Hielo de la BEA Bern Expo de Berna, el Papa Juan Pablo II se puso como ejemplo de cómo seguir a Dios en la vida consagrada, para quienes están llamados, es una fuente de gozo y realización personal.
“Se bien que frente a tal propuesta te sientes temeroso”, dijo el Pontífice. “Pero te digo: ¡No tengas miedo! ¡Dios no se deja vencer en generosidad!”
“Después de casi sesenta años de sacerdocio –continuó el Papa-, estoy contento de dar aquí, frente a todos vosotros, mi testimonio: ¡Es hermoso poder consumirse hasta el final por la causa del Reino de Dios!”
El Pontífice señaló luego su “tercera invitación”: “¡Ponerse en marcha!”
“En los inicios de este tercer milenio –explicó-, también vosotros, jóvenes, estáis llamados a proclamar el mensaje del Evangelio con el testimonio de la vida. La Iglesia tiene necesidad de vuestras energías, de vuestro entusiasmo, de vuestros ideales juveniles para hacer que el Evangelio penetre el tejido de la sociedad y suscite una civilización de justicia auténtica y de amor sin discriminaciones”.
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