Falleció el 6 de junio de 1959. Su cuerpo fue hallado incorrupto en 1959 y sus restos fueron trasladados a la Catedral de Jalapa en Veracruz.
El día de la canonización, el 15 de octubre de 2006, el Papa Benedicto XVI dijo que "este santo fue fiel a la palabra divina", porque "imitando a Cristo pobre, se desprendió de sus bienes y nunca aceptó regalos de los poderosos o bien los daba enseguida".
"Por ello recibió 'cien veces más' y pudo ayudar así a los pobres, incluso en medio de 'persecuciones' sin tregua. Su caridad vivida en grado heroico hizo que le llamaran el 'Obispo de los pobres'", agregó.
6. Santa María Bernarda Bütler
María Bernarda Butler fue una religiosa suiza recordada y querida por su trabajo misionero en América Latina.
Nació en 1848 en Auw, en el este de Suiza. Ingresó al monasterio de las capuchinas de María Auxiliadora en Altstättena a la edad de 19 años y fue nombrada madre superiora cuatro años después.
A los 40 años recibió su vocación misionera y viajó a Ecuador, donde estableció un monasterio de su congregación y sirvió por muchos años a las poblaciones vulnerables y alejadas del país sudamericano.
Tiempo más tarde viajó a Colombia, donde junto a sus hermanas religiosas realizaron obras de evangelización y atención de pobres y enfermos.
La Madre Butler también se hizo conocida por sus curaciones milagrosas en Colombia, país donde murió a la edad de 76 años.
"La Madre María Bernarda, una figura muy recordada y querida, sobre todo en Colombia, entendió a fondo que la fiesta que el Señor ha preparado para todos los pueblos está representada de modo muy particular por la Eucaristía", indicó Benedicto XVI el día de la canonización, el 12 de octubre de 2008.
7. Santa Narcisa de Jesús Martillo Morán
Santa Narcisa nació el 29 de octubre de 1832 en la ciudad de Nobol (Ecuador). Sus padres eran agricultores y cristianos devotos. Durante su juventud fue costurera y mostró un gran amor por la oración.
Dedicó sus primeros años de vida al servicio de su familia, cuidando el hogar y creando un ambiente de caridad, alegría y paz entre sus ocho hermanos y hermanas. Tras la muerte de su madre, también se dedicó a la educación de sus hermanos menores.
Posteriormente se fue a Guayaquil para dedicarse al cuidado de niños y jóvenes abandonados. Vivió en Cuenca y luego se trasladó a Lima (Perú), donde se destacó por sus cualidades como catequista de niños y jóvenes hasta su muerte el 8 de diciembre de 1869.
En 1955 su cuerpo incorrupto fue trasladado de Perú a Guayaquil, y en 1972 sus restos fueron devueltos a Nobol.
Al declararla santa el 12 de octubre de 2008, el Papa Benedicto XVI elogió de Narcisa de Jesús su generosa aceptación de la voluntad del Señor. "El ejemplo de su vida pura y piadosa, trabajadora y apostólica transmite un mensaje muy actual", dijo.
"Santa Narcisa de Jesús nos muestra un camino de perfección cristiana asequible a todos los fieles", añadió.
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