23 de noviembre de 2024 Donar
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Las cartas de renuncia que firmó un Papa santo del siglo XX

La cruz pectoral del Papa San Pablo VI. Crédito: Dominio público

En una reciente entrevista, el Papa Francisco reveló que había firmado una carta de renuncia en caso de estar impedido de gobernar la Iglesia por salud. Así como él, un Papa santo del siglo XX no firmó solo una, sino dos cartas.

En una entrevista publicada por el diario ABC de España el 18 de diciembre, el Papa Francisco reveló que firmó su renuncia en 2013 y se la entregó al Secretario de Estado del Vaticano entonces, el Cardenal italiano Tarcisio Bertone.

Francisco no es el primer Papa en hacer eso. En 1965 ya lo había hecho el Papa San Pablo VI, canonizado por Francisco en octubre de 2018.

Según informa Andrea Tornielli, director editorial del Vaticano, en un reciente artículo de Vatican News, las cartas de renuncia de San Pablo VI se dieron a conocer en 2018, en un libro en italiano titulado "La barca de Pablo", escrito por Mons. Leonardo Sapienza, estudioso del Papa Montini y quien fuera regente de la Casa Pontificia.

Una primera carta, del 2 de mayo de 1965, solo dos años después de haber sido elegido, señala: "Nosotros, Pablo VI, declaramos, en el caso de enfermedad que se presume incurable, o de larga duración, o en caso de otro impedimento grave y prolongado, la renuncia a nuestro oficio".

El Papa Pablo VI, cuyo nombre de pila fue Giovanni Battista Montini, fue Sumo Pontífice entre 1963 y 1978.

Fue el Papa que continuó y concluyó el Concilio Vaticano II, el evento eclesial y mundial más importante del siglo XX iniciado por San Juan XXIII, que suscitó una serie de cambios como que la Misa ya no se celebrara habitualmente en latín, sino en las lenguas de cada lugar.

La segunda carta, también del 2 de mayo de 1965, contiene la renuncia propiamente, con algunos detalles:

"Nosotros Pablo VI, por la divina Providencia Obispo de Roma y Pontífice de la Iglesia universal, en presencia de la Santísima Trinidad Padre, Hijo y Espíritu Santo, invocamos el nombre de Jesucristo, nuestro Maestro, nuestro Señor y nuestro Salvador", comienza la misiva.

"Declaramos: en caso de enfermedad, que se presuma incurable, o de larga duración, y que nos impida ejercer suficientemente las funciones de nuestro ministerio apostólico; o en el caso de que otro impedimento grave y prolongado lo obstaculice igualmente, renunciamos a nuestro sagrado y canónico oficio, tanto como Obispo de Roma, como Cabeza de la misma Santa Iglesia Católica".

Por ello, Pablo VI dejaba "en manos del Cardenal Decano, al menos conjuntamente con los Cardenales encargados de los dicasterios de la Curia Romana y nuestro Cardenal Vicario para la ciudad de Roma, la facultad de aceptar e implementar nuestra renuncia, que solo nos sugiere el bien mayor de la Santa Iglesia".

En el libro de Mons. Sapienza, también se publicó el siguiente comentario de Francisco: "Leo con asombro estas cartas de Pablo VI, que me parecen un humilde y profético testimonio de amor por Cristo y por su Iglesia; y una prueba más de la santidad de este gran Papa".

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"Lo que le importa son las necesidades de la Iglesia y del mundo. Y un Papa impedido por una grave enfermedad no podría ejercer su ministerio apostólico con suficiente eficacia", agregó Francisco.

¿Las cartas de renuncia eran como la de Benedicto XVI?

Tornielli da información adicional sobre un detalle de las cartas de San Pablo VI.

La precisión del "impedimento grave y prolongado" que no se relacionaba con la salud, habría tenido que ver con que, años atrás, el Papa Pío XII ya había establecido su renuncia si llegaba a ser secuestrado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

Con esto, los Cardenales habrían tenido la autorización para poder reunirse en cónclave y elegir al sucesor del Papa Eugenio Pacelli, que salvó a cientos de miles de judíos de las garras de los nazis.

Las cartas de Pablo VI y de Francisco son preventivas o condicionales a impedimentos que pudieran surgir para cumplir con su ministerio petrino.

No son como la de Benedicto XVI, quien efectivamente renunció al pontificado el 11 de febrero de 2013.

La renuncia de Benedicto XVI, como él mismo lo estableció, se hizo efectiva el 28 de febrero, tras lo cual los cardenales eligieron en el cónclave al Papa Francisco el 13 de marzo de 2013.

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