El dictador de Nicaragua, Daniel Ortega, volvió a atacar a la Iglesia Católica en el país centroamericano, acusándola de "llamar al derramamiento de sangre", y dijo que "nunca le tuve respeto a los obispos".
Así lo indicó el dictador sandinista durante la 25° graduación de licenciados en ciencias policiales, de la Academia de Policía "Walter Mendoza Martínez", el 19 de diciembre.
"Yo nunca le tuve respeto a los obispos, no podía creer en los obispos, en algunos sacerdotes, y en ese acercamiento eran excepciones de sacerdotes que tenían una práctica cristiana como Gaspar García Laviana, que sin ser nicaragüense tuvo más compromiso con el pueblo", dijo el dictador Ortega.
Influido por la teología de la liberación, Gaspar García Laviana fue un sacerdote y guerrillero español que se levantó en armas y participó en la revolución sandinista comunista, en su lucha contra la dictadura de Anastasio Somoza, en la década de 1970.
Las declaraciones de Ortega se dan una semana después de que el Obispo de Matagalpa, Mons. Rolando Álvarez, secuestrado por la dictadura y en arresto domiciliario desde agosto, fue acusado por "conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional" y "difusión de noticias falsas".
Ortega dijo también que se formó "en una familia católica, cristiana, pero aprendí con el paso del tiempo que al final de cuentas, detrás de una sotana está un ser humano. La sotana no hace santo a nadie, el hábito no hace al monje, es un principio".